viernes, julio 02, 2010

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE MARTIN EGGE:
“El tratamiento del niño autista”.

Vilma Coccoz

En primer lugar, quiero celebrar la aparición de este libro como un objeto precioso, una edición muy cuidada, en un papel fácil de subrayar y un formato que permite leer cómodamente, y hacer notas al margen. Este marco favorece pues, el cumplimiento de su función de libro-mensaje y, así, responde a otros textos de la Escuela, concebidos como “cartas abiertas”. En el seminario XVIII Lacan manifiesta que ése el destino que desea para sus Escritos: que sean cartas abiertas, lo cual supone que cada lector debe aportar, al leerlos, algo de su cosecha. Martin Egge demuestra hasta qué punto se ha hecho destinatario de las cartas lacanianas en la primera parte de su libro. Esta constituye un verdadero mapa para no extraviarse en la búsqueda de los distintos aportes de la enseñanza de Lacan respecto de la clínica psicoanalítica de las psicosis infantiles y el autismo.

Con exquisito rigor Egge reúne también lo esencial de las aportaciones fundamentales a esta problemática que debemos a otros autores, hasta desembocar en la segunda parte del libro, en el estudio de la invención genial de Antonio Di Ciaccia: “la práctica entre varios” según el nombre con que la ha bautizado Jacques-Alain Miller.

Es la primera vez que se lleva a cabo un ordenamiento doctrinal de casi cuarenta años de experiencia en instituciones que funcionan según este original método inspirado en el saber de Freud y Lacan. Egge nos explica por qué razón es una práctica acorde con los tres principios lacanianos:

1) la táctica: en esta práctica cada persona interviene con la mayor libertad en cada momento, lo cual conlleva la mayor responsabilidad.

2) la estrategia: comporta una dirección y se decide colectivamente.

3) la política: responde al principio ético de crear al sujeto.

Y ello a partir de la constatación de dos hechos clínicos: en primer lugar, el autista está en el lenguaje. En segundo lugar, para él el Otro no funciona, por lo cual, no habita en el discurso. Sus enunciados, a veces sólo retazos de palabras, y la reacción de taparse los oídos revela, en palabras de Lacan, que el debate sobre lo pre-verbal y lo verbal es, en este caso, impropio, porque “es del verbo de lo que [el niño] se defiende”. Y así llegamos al corazón de la perspectiva del psicoanálisis de orientación lacaniana sobre el autismo: se desprende de una doctrina sobre la subjetividad y representa el asiento de la ética psicoanalítica. Según la cual, el lenguaje no es sólo una vía de comunicación o de información sino, fundamentalmente, es la dimensión en la que se forma el ser, de ahí que Lacan se refiera al serhablante (parlêtre).

La conquista del ser, lejos de ser producto de la evolución, es un recorrido arduo que comienza con la formación de lo que Freud llamó Nebenmench o “complejo del semejante” y Lacan lo reformuló como el “estadio del espejo”. En él hunden sus raíces los sentimientos morales derivados de nuestra dependencia respecto de quienes nos han protegido, nos han cobijado de los peligros exteriores pero, esencialmente, de lo que Freud llama “peligro interior”. Esto es, la vocación incomprensible a la destrucción que trae consigo la vida en el serhablante y frente a la cual se manifiesta el sentimiento de desamparo. Lacan llama a esta vocación, “goce” para distinguirlo del placer y para conceptualizar una satisfacción paradójica que conlleva el hecho de habitar el lenguaje. Cada uno de los hechos que acontecen en este recorrido vital se ubica como “retraso” o “desarrollo en la subjetivación” (1), es decir, que los hechos adquieren una determinada significación en la historia individual según la peculiaridad con que sea experimentado. Por ejemplo, el nacimiento de un hermano, puede quedar involucrado en significaciones muy distintas, desde ser considerado como un heredero hasta un usurpador.

Estas significaciones se vinculan con la particular atmósfera que rodea al niño y que Lacan denominó alethosfera, aludiendo a la verdad (aletheia) y sentido que hay en el aire y que son tan vitales como éste para la existencia. Pero también de su particular respuesta a lo que acontece.

Y para continuar con la metáfora de los Elementos, es en la célebre Conferencia sobre El Síntoma donde Lacan se refiere al lenguaje como “las aguas” o el mar del lenguaje, quizás debido a su carácter informe. En él, afirma, hacemos lo que podemos, nos cogemos de unas maderitas con las que hacemos algo, damos forma a una barca que nos permite no sucumbir, mantenernos a flote.

Estas consideraciones permiten deducir que la “práctica entre varios” constituye una “efectuación de la estructura (2)”, una inserción simbólica de un necesario marco para que pueda advenir el hallazgo de las maderitas o su manipulación adecuada para fabricar un salvavidas para los sujetos en riesgo máximo, sometidos a angustias inimaginables. Porque, según explica M. Egge, “Los niños que estamos tratando han encontrado a lo largo de este recorrido un tropiezo, un obstáculo insuperable”. Ellos merecen un respiro que ningún protocolo podrá ofrecerles, porque los protocolos se refieren a un sujeto abstracto y por lo tanto, muerto.

Siguiendo con la metáfora marítima, incluyamos ahora un añadido para concebir la estrategia que precisa dicho pasaje a la realidad del saber sobre la estructura: su paso a la realidad institucional de la Antena 112. Como estamos realizando esta presentación en Bilbao, en la Costa del Cantábrico, la tierra de donde partió el Gran Sebastián Elcano, no resulta tan difícil pensar dicha estrategia como una navegación. Veamos cuán fructífera se presenta. La llamada “navegación por estima” surgió como alternativa a la navegación costera, que toma en cuenta elementos de la costa como faros, boyas, etc. La navegación por estima, no pudiendo guiarse por la costa, depende de medios analíticos, y sólo sirve para superficies del globo reducidas. Cuatro son los problemas que afronta el navegante: determinar la posición, el rumbo, el tiempo, la velocidad y la distancia. También se tendrán en cuenta “factores internos” que han influido durante todo o una parte de la derrota (el viento) y la corriente. El punto resultante se define como “situación de estima”, del que se deduce “un punto de fantasía”.

¿Cómo concebir la “situación de estima” en la Antena? Es el interrogante que leemos en la pág 151: “¿Qué exige el niño autista o psicótico?” Cita Egge a Donna Williams: “busco un guía que me siga” y, siguiendo a Di Ciaccia, propone las condiciones de la navegación de la Antena en las aguas del lenguaje: son cuatro puntos esenciales para la aplicación del método analítico “al revés”:

Primero, la disyunción del lugar y del sitio, éste último siempre en riesgo de ser ocupado por un intruso persecutorio y amenazante debido a la carencia de simbolización.

Segundo: El Otro de la palabra, el Otro que reconoce al sujeto tiene un rol preponderante, pero debe ser cuidadosamente vaciado del goce mortífero.

Tercero, el Otro regulado: el bricolaje que da por resultado el punto dos debe tener una continuidad en el espacio y el tiempo que impida la irrupción de excesos de goce.

Cuarto, para el funcionamiento de la institución se necesitan operadores, uno por uno, que se conviertan en partners del niño.

A lo largo de este capítulo M. Egge ilustra la manera en que se “navega” para permitir que cada niño, considerado en su singularidad, con su nombre propio, encuentre sus maderitas. Lacan ya había hablado del “mar de los nombres propios”. Vemos el retrato de personitas a partir de sus hallazgos, de sus invenciones que les han permitido subsistir, respirar, vivir. Así son concebidas las maniobras de autodefensa y autoconstrucción: como salvavidas. Es efecto de una verificación clínica que las llamadas estereotipias y ecolalias aumentan en períodos de agitación y tienden a desaparecer en una situación de pacificación.

Decíamos antes que la política de este dispositivo se orienta por la ética analítica: la producción del sujeto. ¿Cuál sería el equivalente al “punto de fantasía” del navegante por estima?, ¿el puerto al que se intenta llegar? No existe un puerto standard, igual para todos: “En las psicosis, -afirma Egge-, en ausencia de discurso establecido, el sujeto debe afrontar el trauma del lenguaje con una construcción de sentido propia”

En la pág. 172 Martin Egge describe cinco tiempos de la lógica de la construcción: 1) De la alternancia a la comprobación del Otro como “regulado”; 2) Las primeras construcciones; 3) La metonimia en las construcciones; 4) Las clasificaciones; 5) La enseñanza. Pero es importante aclarar que el puerto de llegada no se sabe de antemano, se va formando con el ritmo de cada niño: “El desafío de la Antena 112 es acompañar al sujeto en su construcción hasta donde su estructura le permite llegar.” (Pág 172). Como es un tránsito que se realiza en la vida, en las aguas a veces tranquilas, otras con corrientes adversas, unas veces con viento a favor y otras, en contra, en todo momento pueden surgir sorpresas, hallazgos, pero, también, y no se nos oculta, dificultades. En tales casos se diseñan maniobras de salvamento destinadas a evitar que pudiera surgir en los niños el sentimiento de que se le ha dejado plantado, o de que se goza de él.

Ello requiere una delicada maniobra que se transforma en una cura antinarcisista para los operadores que no responden a jerarquías ni títulos, sino sólo a su condición de acompañante de este particular transcurso subjetivo de los pequeños navegantes. El entusiasmo y la frescura que se desprende de esta práctica se vincula, según lo propuso Virginio Baio, con la alegría del acto ético.

Una tercera parte del libro está dedicada al estudio de lo que nos enseñan los testimonios publicados por autistas adultos. Egge ha titulado este apartado “de parte de los autistas”: son cartas dirigidas al buen entendedor, aquel que celebra, desde la polis freudiana, la conquista que cada uno de ellos ha podido realizar de su particular Itaca en medio del turbulento Logos.

La apasionante y necesaria lectura de este libro despierta “el boca a boca”: pásalo, díselo “a todos los niños que se escuchan a ellos mismos y a los que desean entenderles.”

Notas:

1-. Según los desarrollos del Seminario V de J. Lacan: Las formaciones del Inconsciente.

2-. Según la expresión de Lacan en el Acta de Fundación de la Escuela

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