miércoles, febrero 12, 2003

Permanentemente tendemos a razonar sobre los hombres como si fuesen planetas, calculando sus masas, su gravedad, sus monótonos recorridos ( órbitas) .

Cómo es que un ser humano puede llegar a cometer semejante extravío en sus pensamientos?

Desde Newton(1642) o Descartes (1594-1650) los planetas fueron acallados por el discurso científico.

Durante las épocas anteriores a la ciencia en Occidente, la astrología trataba de escuchar las voces de los cuerpos celestes (celestes por hallarse en los cielos! no por el color ...)
El gran imperio Chino no desarrolló un discurso científico como Occidente y eso por una parte los mantuvo escuchando al cielo hasta que Mao Tse Tung impulsó el discurso científico y lo aplicó fundamentalmente al control de la natalidad y al de la alimentación.

Consecuencias: El humano se transformó en planeta y los planetas en meros cuerpos móviles, enteramente calculables...cómo los hombres...Fundamentalmente si estos se tratan en "masa".
Los campos de concentración por desgracia, han mostrado de la peor forma, lo que implica transformar en números a los hombres.

lunes, febrero 10, 2003

Elogio a la boludez.
En nuestra época, la cosa merecería el éxito verdaderamente prodigioso del que uno no puede dejar de sorprenderse que hace que dure todavía en la biblioteca de todo médico, farmacéutico o dentista, el Elogio a la Locura de Erasmo, que sabe Dios, no nos atañe más.
El elogio a la boludez sería seguramente una operación mucho más sutil a realizar, porque en realidad, qué es la boludez?. Si la introduzco en el momento de dar el paso esencial concerniente blog analítico, es para hacerles remarcar que es difícil decir lo que es. Es algo así como un nudo alrededor del cual se construyen muchas cosas y se delega todo tipo de poderes.Que es seguramente algo estratificado; no se la puede considerar como simple. En un cierto grado de madurez, si puedo decir, es más que respetable. Quizás no sea forzosamente lo que merece el mayor respeto pero es ciertamente la que lo recibe.
Yo diría que ese respeto señala una función particular muy ligada a lo que vamos a poner en relieve, una función de des-conocimiento si puedo expresarme así y si me permiten divertirme un poco recordando que se dice “él boludeaba” ¿No hay acaso un cripto-morfema? ¿No sería acaso tomándolo en el presente que surgiría simplemente establecido el estatuto de la boludez? Se cree siempre que es un pretérito imperfecto. El boludeaba ante quien quisiera oírlo, por ejemplo. Es que a decir verdad, éste es un término que, como el término “yo miento”, hace siempre obstáculo para ser empleado en presente.
Porque si digo "miento" estoy verdadeando? (o debería decir ESTOY SIENDO VERÍDICO?)

Sea como sea, es difícil dejar de ver que el estatuto de la boludez en cuestión, en tanto que instituido sobre el “él boludeaba” no sólo reviste al sujeto de dicho verbo incluyéndolo. Hay también en este abordaje un no sé qué de intransitivo, de número, de género y pronombre que da todo su alcance al susodicho morfema.

Lo importante es: ¿Sobre que boludeaba?.Precisamente es eso por lo que se distingue lo que llamaré la verdadera dimensión de la boludez. Es que lo que desconoce es algo que, en verdad, es lo que merece ser presentado por este término.
Es indispensable captar la verdadera dimensión de la boludez como siendo eso con lo que tiene que vérselas el acto psicoanalítico.
Una de las boludeces humanas:La muerte propia. Es, desde luego, inimaginable, y cuantas veces lo intentamos podemos observar que continuamos siendo en ello meros espectadores. Así, la escuela psicoanalítica ha podido arriesgar el aserto de que, en el fondo, nadie cree en su propia muerte, o, lo que es lo mismo, que en lo inconsciente todos nosotros estamos convencidos de nuestra inmortalidad.