domingo, marzo 09, 2014


Lo que Lacan dijo de las mujeres 

 por COLETTE SOLER 


¿Hay síntomas inéditos en la mujer contemporánea? La “degradación de la vida amorosa”, el desdoblamiento entre el objeto de amor y el objeto del deseo que Freud diagnosticó en los hombres, no parece evitar a las mujeres: la evolución de las costumbres contemporáneas hace aparecer fenómenos nuevos. Hoy, una vez liberadas de la única elección del matrimonio, muchas mujeres aman por un lado y desean o gozan por el otro. Evidentemente, necesitaban escaparse de la picota de la institución de un lazo exclusivo y definitivo, para que se pueda observar que los diversos partenaires de una mujer se sitúan de un lado o del otro: del lado del órgano que satisface el goce sexual, o del lado del amor, y que la convergencia sobre el mismo objeto se realiza como una configuración entre otras.
Existe otro cambio: son las nuevas inhibiciones femeninas. Me lo explico así; hay inhibición sólo allí donde hay elección posible, incluso imperativa. Allí donde el deseo no está solicitado, allí donde hay sólo impedimento, la duda obsesiva sobre la realización o la decisión no se puede manifestar. La emancipación que multiplica las posibilidades, que permite a la mujer determinarse en función de sus deseos, escoger tener un hijo o no, casarse o no, cuando lo quiere, si lo quiere, también trabajar o no, hace aparecer el hecho de que el drama de la inhibición no es una especialidad masculina. Más aún porque, por efecto del discurso, todo lo que no es prohibido se vuelve obligatorio. Entonces, vemos en las mujeres el mismo distanciamiento ante el acto que en el hombre obsesivo, las mismas dudas frente a las decisiones fundamentales, ante los compromisos definitivos, y particularmente en el ámbito del amor. El hombre –en singular– y el niño, los dos deseados pero aplazados hasta un mejor encuentro, pertenecen a la clínica cotidiana de hoy y son a menudo el origen de una demanda de análisis. Así, la extensión de lo unisexo al conjunto de las conductas sociales se acompaña de una homogeneización de gran parte de la sintomatología.
Sin embargo, evocaré una configuración típicamente femenina, que me parece a la vez frecuente y muy actual. No una mujer de treinta años, sino más bien una que se acerca a los cuarenta, soltera, que por lo general trabaja, que goza de la libre disposición de su intimidad, y que comienza a percibir que el tiempo pasa y que, si quiere tener un hijo, debe apurarse para encontrar un hombre digno de ser padre, a menos que su elección sea la de tener un hijo sola. La contracepción, unida a la legalidad del aborto, ha separado más radicalmente que nunca reproducción y acto sexual; lo que obliga a las mujeres no sólo a decidir si tener un hijo, sino, a menudo, a asumir la elección del padre –la edad y la esterilidad quedan como únicos factores para introducir a veces un imposible–. Las coyunturas del deseo de hijo han cambiado y engendran nuevos dramas subjetivos y nuevos síntomas. Sin embargo, traen para las mujeres un poder nuevo que, pienso yo, podría tener consecuencias masivas.
Evoco aquí lo que llamaré las mujeres en el papel de hombre. Diógenes, en su ironía, pretendía buscar a un hombre. Hoy, muchas mujeres buscan a un padre... para el hijo venidero. ¡Nuevas elecciones, nuevos tormentos, nuevas quejas! Las configuraciones son múltiples: busco a un padre, pero no soporto vivir con un hombre; busco a un padre pero los que encuentro no quieren tener hijos; busco a un padre pero no lo encuentro; lo quiero pero no lo imagino en el papel de padre. El paso siguiente consiste en darle la lección al padre sobre lo que debe ser un padre; reprocharse el padre elegido, o no perdonarse haberles dado tal padre a los hijos.
No se trata de cuestionar las libertades que condicionan la disyunción entre procreación y amor; tampoco se trata de desconocer la escasa libertad para escoger que el inconsciente deja realmente al sujeto. Pero podemos constatar que, de hecho, estas nuevas libertades ponen a las mujeres en una nueva posición que les permite, más que nunca, hacerse juez y medidoras del padre. Así se desarrolla un discurso de la responsabilidad materna potenciada, que va hasta superar la del padre. Ese discurso trasmite algo como una metáfora paterna invertida o, al menos, hace evidente la carencia paterna propia de nuestra civilización, en la medida en que instituye la mujer-madre en posición de sujeto supuesto saber del ser padre. Se percibe muy bien, además, que el “busco a un padre”, como el “busco a un hombre” de Diógenes, significa un “no lo hay”, al menos digno de mi exigencia.

Madre acusada

En el lazo social actual, la madre o su sustituto es, cada vez más a menudo, el compañero preponderante, incluso exclusivo, del niño, o al menos el único estable. Hay una configuración que se volvió bastante común: una madre con su hijo o con sus hijos, a los que eventualmente se suma un hombre –o una serie de hombres que se suceden–, aquel que se llama “el amigo de mi madre”. Las configuraciones concretas son múltiples y variadas, pero la movilidad de los lazos sociales y amorosos da al cara a cara del hijo con su madre un peso nuevo en la historia, y esto no puede ser sin consecuencias subjetivas.
Hay un discurso previo sobre la madre que la hace objeto vital por excelencia: el polo de las primeras emociones sensuales, la figura que cautiva la nostalgia esencial del hablante-ser, el símbolo mismo del amor. Los ecos vuelven, ciertamente, en los dichos de los analizantes pero, en lo esencial, ellos acentúan otra cosa: la angustia y el reproche. Para situar esta diferencia entre los discursos, evocaré dos ejemplos que tienen el mérito de poner en escena de manera contrastada, entre la madre y el hijo, el imaginario de la castración. De un lado, el dicho de una mujer analizante que recuerda la hija que ella fue para su madre; del otro, el recuerdo emocionado que un hijo guardó de una madre excepcional.
Ella recuerda: debe tener ocho o nueve años, tiene una magnífica cabellera con dos largas trenzas. Ese día, su madre le anuncia: “Vamos a la peluquería a cortarte las trenzas”. Ella le suplica pero no hay nada que hacer, ¡el sorprendente proyecto de su madre es hacerse un postizo para sí misma! Hoy, la analizante, madre ella misma, guarda todavía en lo alto de un armario ese postizo, que su madre nunca se atrevió a utilizar. La otra anécdota es inversa. Se trata de un hijo que no es analizante pero músico famoso, Pablo Casals. En ese entonces, él vivía en París, por voluntad de su madre que, casi sin recursos, quería para él escuelas dignas de su genio. Un día volvió a casa irreconocible: había vendido su abundante y bella cabellera, alegremente sacrificada a la vocación de su hijo. En este caso, es la gratitud idealizante y la nostalgia del objeto perdido que aureolan el recuerdo.
Por el contrario, en la asociación libre, en todas las variantes individuales, la madre aparece más bien como acusada. Imperativa, posesiva, obscena o, al contrario, indiferente, fría y mortífera, demasiado aquí o demasiado allá, demasiado atenta o demasiado distante, ella atiborra o priva, se preocupa o descuida, rechaza o colma: es la figura de sus primeras angustias, el lugar de un insondable enigma y de una oscura amenaza. En el centro del inconsciente siempre están las faltas de la madre, incluso a veces, cuando se trata de las hijas, los estragos, dice Lacan.
Lacan tuvo que polemizar con los adeptos del cuerpo a cuerpo silencioso que, se supone, junta en una unidad primaria a la madre y al hijo. Los poderes del verbo llegan lejos, hasta regular el goce, y la madre es la primera representante de esos poderes, ya que introduce al niño en la demanda articulada, impone la oferta en la cual él se aliena: doble oferta, la lengua en la que va a demandar y la respuesta que viene del Otro.
Allí es donde la voluntad materna disputa con su amor y el niño puede poner a prueba su autoridad y su capricho. Pienso, por ejemplo, en cierta madre para quien era un honor que cada uno de sus hijos dominara sus esfínteres ya en su primer cumpleaños. El gran principio moderno –opuesto al de Sade– según el cual nadie tiene derecho a disponer del cuerpo del otro, encuentra su tope en esta zona límite del cuidado materno; la primera humanización del cuerpo está abierta a los excesos, a las transgresiones; antes de que entre en juego para el niño la diferencia de los sexos, está en una trampa al “servicio sexual de la madre” (J. Lacan, Escritos 2), en posición de fetiche y a veces de víctima.
Esta decadencia de la mediación paterna viene acompañada por el incremento de especialistas de todo tipo, como si se entendiera que las madres no pueden asumir solas la humanización completa de su hijo. Son muchos los que se ofrecen para interponerse en la pareja primaria a fin de decir a las madres lo que deben hacer o no hacer. A veces, incluso el mismo pedopsicoanalista, si lo puedo decir, no vacila en presentarse como Otro del Otro materno, para dar consejos a las madres. Es el caso de Donald Winnicott y Françoise Dolto. En realidad, conocemos este proceso desde el famoso caso del pequeño Hans, de Freud: en el momento en que una familia está en vía de descomponerse, el “Profesor” es llamado en la medida en que se presenta una carencia de padre.
* Extractado de Lo que Lacan dijo de las mujeres, de próxima aparición (ed. Paidós).

lunes, febrero 10, 2014

La crisis de las nuevas normas 

clínicas post-DSM y el psicoanálisis 

por   Eric Laurent   

"...en 1997, los lobbys de los laboratorios farmacéuticos ganaron una gran victoria sobre el sentido común: los E.E.U.U. se volvieron el único país en el mundo que autorizó la publicidad directa de sus productos a los consumidores”.

Quisiera comenzar, para estas reflexiones sobre la crisis de las nuevas normas clínicas, por los debates animados que acompañaron la publicación del último DSM.
Estos debates atestiguan sobre la vitalidad, la potencia y la diversidad de las universidades americanas. Su carácter multipolar contrasta con la discreción de las universidades francesas y europeas sobre las cuestiones fundamentales de lo que está en juego acerca del lugar de la psiquiatría en nuestra sociedad. Los sistemas europeos, centralizados, dominados por las instancias reguladoras de las burocracias sanitarias producen falsos consensos, obtenidos en negociaciones tras las puertas de comités eclécticos. Gracias a estos debates norteamericanos, disponemos ahora de una serie de respuestas a la pregunta sobre “aquello que salió mal con el DSM-5” (“What went wrong with the DSM-5”), también de parte de aquellos que siguen globalmente favorables a la empresa DSM, que de quellos que se oponen radicalmente. Un acuerdo se vislumbra sobre la ruptura operada por la última edición del manual sin que haya un acuerdo sobre la naturaleza exacta del franqueamiento de esta ruptura.

La crisis vista por los iniciados 

Los debates han tenido la particularidad de incluir puntos de vista críticos formulados por los antiguos responsables de alto nivel de las ediciones precedentes. Ya sea el fundador de la totalidad del proyecto DSM, Robert Spitzer, o bien una de las ocho personas que hicieron el DSM III como Nancy Andreasen - quien fue invitada recientemente a Paris por la Association Franco-Argentine de Psychiatrie, para escuchar sus posiciones actuales, o incluso Allen Frances, responsable del DSM IV.
Dejemos de lado, por el momento, las críticas de Spitzer que tocan sobre todo los
procesos burocráticos de la elaboración del DSM-5, los secretos, cláusulas de
confidencialidad, hermetismo de los comités, retrasos en los ensayos clínicos (field trials) etc…

Para Nancy Andreasen, el mal esencial viene de que el DSM ha sido aceptado como una referencia de manera dominante que el manual ha eliminado todos los otros abordajes en Psicopatología. Un monopolio se instauró con los efectos perversos de los monopolios. Ella constata que ya no hay otras investigaciones en el campo de la psicopatología en los E.E.U.U. Sólo subsiste la movilización de los mejores especialistas de los campos diversos para establecer los criterios y los items que van a definir la lengua empírica y positiva perfecta soñada por aquellos que concibieron el manual. Es esto lo que ha mostrado la muy laboriosa puesta a punto del DSM 5, teniendo en cuenta las interminables horas de reuniones de miles de especialistas. Esta empresa devorante es, para Nancy Andreasen, tal vez demasiado ambiciosa con los ideales mal definidos, “lofty ideals”, pero era necesaria para corregir las desviaciones propiamente americanas de los años setenta, debidas a las tentativas de construir un sistema psicopatológico a partir de la egopsychology psicoanalítica. El acento puesto por esta corriente psicoanalítica sobre los “mecanismos de defensa” del Yo provocaba una cierta desconfianza en relación al síntoma, alejando la clasificación americana de las psicopatologías clásicas. Un cierto nombre de especialistas clínicos reaccionó queriendo unirse a la epidemiología internacional del momento, todavía no globalizada, dominada por Inglaterra y su entonces nuevo sistema de salud pública, el NHS5.
Para la primera Task-Force del DSM, el establecimiento de un sistema de
referencia transatlántico era el objetivo central. Ahora este proyecto ha logrado
demasiado bien su objetivo, imponiendo el monopolio de su sistema, destruyendo la eco-esfera de la investigación en psicopatología.

La solución propuesta por Nancy Andreasen es de revitalizar el proyecto
fenomenológico en la psiquiatría. Ella propone un retorno al sentido. Ella utiliza la fórmula destacada de un “plan Marshall invertido” donde la fenomenología, en el sentido americano del término, o sea una fidelidad a la descripción del síntoma
haciéndole un lugar al sentido, debería remediar los estragos causados por el desierto de la lengua del DSM. El proyecto es bello, pero no es seguro que dispongamos de un economista del sentido de tal modo prevenido como lo era el Secretario de estado Marshall sobre la economía, ni que Harvard comparta, esta vez esta opinión, y administre con tanta alegría el regreso del sentido como el plan permitió el regreso del crecimiento en una Europa devastada por su auto-devoración funesta. De todas formas, la referencia a la posguerra tiene el mérito de recordarnos la urgencia de los desafíos de una actitud voluntarista frente al desastre.
Allen Frances ha dedicado todo un libro reciente 6, al examen de las razones por las cuales esta situación de monopolio se había impuesto y las consecuencias en todo el campo de la psicopatología. Para Frances, el proyecto DSM era crucial y salvó  a la psiquiatría en los años 80, liberándola de las confusiones y ambigüedades en el seno del modelo psicoanalítico. Él observa acertadamente que la dificultad del psicoanálisis de inspirar clasificaciones estables no está ligada a una impotencia contingente o a un sesgo nefasto7.  Ella es consubstancial a su discurso. Es una imposibilidad lógicamente inscrita desde el comienzo. Él dice que este problema epistemológico en su modo discreto, low key; “El modelo psicoanalítico tenía la tendencia de querer ser un poco un comodín, con una notable excepción: lo normal no encontraba en ello su lugar… Para Freud nadie es nunca totalmente normal, todos somos más o menos neuróticos”8.  Esto es lo que Lacan radicalizó con su “todo el mundo está loco, es decir delirante”. Para Frances, es ésta vocación a la agitación de las normas que había contaminado a la psiquiatría hasta el punto que ella necesitaba ser salvada. “Sin la intervención de Robert Spitzer, la psiquiatría no habría podido recuperarse y se habría sumergido en su obscuridad de la preguerra9”.  Frances hace énfasis en las personas allá donde Nancy Andreasen nos habla más bien de una escuela de pensamiento, que reagrupaba varias universidades, “los Mid-Atlantics10”, inspirados por Inglaterra, reaccionando a las confusiones de los años 60 y a los peligros del alejamiento del sistema americano del mainstream. Sin embargo, los dos
autores describen la misma báscula hacia la preocupación del diagnóstico y la
adopción de un “método fundado sobre la utilización de una serie de criterios
explícitos para gestionar la disposición desde los síntomas hasta los síndromes”.
Entonces, el proyecto DSM es para Frances no sólo necesario sino salvador. Como director del DSM-IV él se considera, por otra parte, el continuador de Spitzer, siendo un “conservador, inteligente y abierto”.

Sin embargo, el DSM-IV no ha impedido el desencadenamiento de una espiral de
aumento de los diagnósticos distribuidos por los médicos, psiquiatras y médicos
generales reunidos, desembocando en aquello que él llama “las burbujas de la 
inflación del diagnóstico”, un sobre-diagnóstico y una sobre-medicalización. ¿Por qué? “What went wrong?” La culpa no la tiene el texto, sino el “contexto”, que ha cambiado de una forma decisiva, modificando las consecuencias de la aplicación de las directivas del DSM. Son múltiples los cambios en el contexto, pero Frances pone en relieve el hecho que tres años después del DSM-IV, en 1997, “los lobbys de los laboratorios farmacéuticos ganaron una gran victoria sobre el sentido común: los E.E.U.U. se volvieron el único país en el mundo que autorizó la publicidad directa de sus productos a los consumidores”. A partir de esta fecha, ya no hubo límite al marketing dirigido a los médicos y a los consumidores de malas metáforas inventadas por los publicistas de la salud, nuestros Mad Men contemporáneos. El éxito del “desequilibro químico”, metáfora epónima de aquellos slogans simplificadores, no tendrá más límites. El rol del Big Pharma en la sobre-medicación y la promoción de la medicación de la vida es central para Frances. A esto el suma el peso de las Asociaciones de Padres que quieren tener acceso a servicios apropiados para sus hijos, acceso al cual sólo el diagnóstico otorga el derecho, y el rol de las asociaciones de consumidores que buscan sumar cada vez más adherentes. El peso respectivo de estos diferentes factores de “contexto” no es obvio pero el resultado final lo es.
“Durante los últimos quince años, cuatro grandes epidemias de trastornos mentales han hecho explosión repentinamente, el número de niños bipolares ha aumentado extrañamente en un 40%, los autistas en 30%, los hiperactivos con déficit de atención se han triplicado, mientras que la proporción de adultos candidatos a un diagnóstico de bipolaridad se ha duplicado”.11
El rol del Big Pharma está a veces ubicado por Frances con una especie de marxismo mecanicista que es sin lugar a dudas demasiado directo: “Con un presupuesto de 60 millones de dólares anuales, uno puede ir muy lejos en lo que respecta a vender productos y comprar responsables políticos”.12
De acuerdo, pero nosotros no estamos en Wall Street y greed, la concupiscencia, no lo explica todo. Por otra parte, él rechaza formalmente las explicaciones del mismo estilo como los expertos comprados, que podrían rendir cuentas sobre las ambigüedades y extensiones indebidas en la redacción misma del texto del DSM. Él, no acepta la explicación de colusiones y conflictos de intereses entre los psiquiatras expertos del DSM y el Big Pharma en favor de la competencia universitaria de intereses intelectuales entre expertos, cada uno queriendo hacer avanzar su campo de interés en detrimento de los otros. 
Para Frances, es el cambio de contexto que ha producido la hiperinflación
diagnóstica. El laxismo de los responsables actuales del DSM-5 ha hecho el resto y ha mostrado la impotencia de la APA para administrar el proyecto DSM. Él solicita entonces la destitución de la Asociación Americana de Psiquiatría de su rol de garante de la circulación de las etiquetas diagnósticas. Él hace voto solitario de la construcción de una instancia de una nueva regulación, que sabría ser realmente responsable de la moneda epidemiológica. Esta burocracia de un nuevo tipo, vasta maraña sanitaria debería regular todo con un autoritarismo decidido. Este proyecto utópico sueña con combinar las mejores virtudes de los sistemas centralizados europeos con una regulación jurídica a la americana13.

Sin embargo, más allá de culpar a Big Pharma, Frances percibe un fenómeno de
civilización, fundamento global de la deriva, y que no puede ser resuelto por un
decreto regulador de una burocracia providencial. "A medida que nuestro mundo está cada vez más globalizado y homogeneizado, también disminuye nuestra tolerancia respecto a la excentricidad o la diferencia, que de repente tendemos a medicalizar.
Esta tendencia hacia la normalización de la conducta no significa que estemos más enfermos que antaño”14. Queda por determinar el porqué de este gusto, esta elección forzada hacia la medicalización como la única salida.

En términos lacanianos más cercanos, digamos que la mezcla de los goces operada por el estilo de vida globalizado por la ciencia 15
  («Los hombres están inmersos en un tiempo que llamamos planetario, en el que se informarán a cerca de ese algo que surge de la destrucción de un antiguo orden social... : ¿cómo hacer para que masas humanas, condenadas al mismo espacio, no solamente geográfico, sino en esta ocasión familiar, permanezcan separadas ? » Alocución sobre las psicosis del niño, en Otros Escritos, Paidós, 2012, p.383 )

provoca un malestar particular que empuja a una nominación imposible por unas instancias biopolíticas enloquecidas. Es este movimiento de la civilización que Michel Foucault había percibido y había nombrado como “El nacimiento de la biopolítica” como modo dominante de la gestión de las poblaciones, remplazando al antiguo proyecto “clínico” de la descripción de las enfermedades del cuerpo social. Este movimiento hacia la gestión medical de la vida de los ciudadanos es aún más pronunciado en Europa que ésta, con sus sistemas de salud centralizados y redistribuidores, ha escogido un pacifismo que le prohíbe la antigua gestión de las identificaciones fuertes que autorizaban el derecho a “hacer morir” de los estados o de los regímenes autoritarios y de las democracias en guerra. Pero dejemos el examen de las causas lejanas, que retomaremos para redirigirnos a otro tipo de comentarios de las fallas del DSM. Ya no aquellas causas cercanas, identificadas por nuestros dos psiquiatras, expertos calificados si los hay, Nancy Andreasen y Allen Frances, que participaron en el proceso de elaboración del DSM, sino las respuestas dadas al “What went wrong?”, por dos epistemólogos, no psiquiatras, Steeves Demazeux y Ian Hacking

La crisis vista por los epistemólogos 

Para Steeves Demazeux16, el proyecto del DSM, puesto en marcha por Spitzer, y 
mantenido a lo largo de treinta años de existencia es un proyecto filosóficamente 
anclado en una corriente lógico-positivista muy influyente en la filosofía americana de la posguerra. Es un proyecto perfectamente coherente desde este punto de vista. Se trataba de inventar una lengua transparente y perfecta, donde la cuestión de la referencia estaba remplazada por significados empíricos de criterios perfectamente definidos. Se trataba de definir una lengua artificial, imponiéndose a los clínicos, eliminando toda imprecisión, desliz o malentendido. La clasificación apuntaba antes que todo a corregir las imprecisiones de la Babel de las tradiciones clínicas, en plural,en favor de una lengua que designa de una forma rígida unas categorías clínicas 
soñadas como perfectamente distintas cualquiera fuere en los hechos la 
“comorbilidad” que no puede ser absorbida. El objetivo de la univocidad de la lengua clínica estaría realizado por definiciones clínicas dichas “operacionales”.
17 
El proyecto DSM III de Spitzer se inspira, en los años 70, en los refinamientos 
estadísticos de la psicología universitaria americana, que nunca había renunciado a los proyectos de las grandes clasificaciones caracterológicas, para poner la clínica psiquiátrica al nivel de las exigencias estadísticas más recientes. El énfasis estará puesto en las técnicas que permiten asegurar la “fiabilidad inter-jueces”, el hecho que no haya ninguna variación posible en la descripción de los fenómenos observados. La clasificación “a-teórica” del DSM se revelaría como cada vez más anclada sobre una teoría de la estadística. Las preguntas clínicas como tales serían ahogadas prontamente dentro de preguntas de técnica estadística como tal18. 
La forma lógica escogida por el DSM es la de un árbol formal clasificando las 
enfermedades en un modelo “botánico” de géneros, de especies y de subespecies, 
primero presentado por Lineo en su “sistema de la naturaleza” y después adoptado por Darwin. Lo que resultó mal es que con el DSM-5, por un lado nuevas palabras penetraron la lengua sin tener una significación fiable inter-jueces y, más 
profundamente, la lengua perfecta es confrontada a lo siguiente que ella no reenvía a ninguna referencia. Su validez es cuestionada. Nuestro epistemólogo, que considera el proyecto DSM como “globalmente positivo”, constata sin embargo que el proyecto lógico-positivista encontró su límite y no puede continuar a recurrir a los remedios habituales: un llamado a una mayor descripción y a un mayor empirismo. Él propone como solución una revisión de los presupuestos lógico-positivistas sirviéndose de los aportes lógicos de Quine para pensar nuevamente y desde el inicio sobre la clasificación de las “especies naturales” (natural kinds) y aceptar una clasificación que pueda incluir las “especies naturales” y otras que no lo sean. Se trata de salvar el proyecto DSM separándolo de su fundamento epistemológico. El DSM debería entonces distinguir explícitamente, sabiéndolo, tanto unas categorías con una validez “científica” limitada y otras categorías que no se presenten sino como artefactos más 
o menos bien construidos. Esto supondría retirar la hipótesis según la cual sería 
suficiente que una clasificación esté bien hecha para que ella reenvíe a alguna cosa. El epistemólogo inglés Ian Hacking es más radical. Él considera que el proyecto DSM está basado en un error epistemológico más profundo19
. En su ilustre libro sobre la “Historia de la locura”, Foucault había dedicado un capítulo luminoso sobre “el loco en el jardín de las especies20”. Él resaltaba el proyecto de dos grandes médicos del siglo XVIII, el francés Boissier de Sauvages y el inglés Sydenham. Para Sauvages, como para el DSM, “la definición de una enfermedad es la enumeración de los síntomas que sirven para reconocer su género y su especie, para distinguirla de todas las otras.” Pero hay todavía más, nota Foucault, “la gran preocupación de los clasificadores del siglo XVIII está impulsada por una metáfora constante que tiene el grado y la obstinación de un mito: es la transferencia de los desórdenes de la enfermedad al orden de la vegetación. Es obligatorio reducir, ya decía Syndeman, “todas las enfermedades a unas especies precisas con el mismo cuidado y la misma exactitud que los botánicos han hecho en el Tratado sobre las plantas 21”.” En este 
sentido, nota Hacking, el proyecto DSM sigue siendo en el mismo sentido botánico, renovado por el proyecto lógico-positivista. Es una clasificación por género, especie y subespecie, una clasificación basada en el modelo del árbol vegetal de la botánica. 
Hacking concluye con una fórmula devastadora. “Puede ser que, al cabo, el DSM sea considerado como la reductio ad absurdum del proyecto botánico en el campo de la locura. No digo esto porque crea que la mayoría de la psiquiatría estará un día reducida a las neurociencias, a la bioquímica y la genética. No tomo partido al respecto. Yo me apoyo sobre la lógica más que sobre la medicina. El sueño de 
Sauvages de clasificar las enfermedades mentales siguiendo el modelo de la botánica está tan perdido como el de querer clasificar los elementos constitutivos de la química basados en el modelo de la botánica. Hay una organización profunda de los elementos – la tabla periódica – pero ésta difiere profundamente de la organización de las plantas que viene de la reproducción. Las tablas de los elementos lineares (ha habido muchas) no representan la naturaleza”.22 
La objeción de Hacking es radical porque ella hace de todo el proyecto DSM un 
verdadero obstáculo epistemológico, en el sentido de la epistemología francesa, para la inteligibilidad de los fenómenos. Es necesario notar que es una objeción que escapa totalmente a Allen Frances quien cita en su libro el proyecto de Lineo y el de Mendeleiev como dos éxitos del proyecto de la descripción de las especies, sin ver su profunda incompatibilidad epistemológica. 
Desde el punto de vista del epistemólogo, la objeción al DSM no es contingente ni ligada a los errores, torpezas, y pesadeces burocráticas incontestables que se 
deslizaron en el proceso de la fabricación del DSM 5. Se trata de una falla desde el inicio, de concepción, que ha terminado por no poder ser obscurecida por el poder de la Asociación Americana de Psiquiatría y las seducciones que ella ejercía sobre el poder y la burocracia sanitaria del NIMH23
El supuesto a-teorismo del proyecto aseguró inmediatamente el poder de los técnicos de estadística en biología sobre los especialistas clínicos. Luego, este poder se afirmó cada vez más a expensas de los clínicos, cada vez más enmarcados por protocolos con aspiraciones universalizantes y limitantes en la práctica de la Evidence Based Medicine. Se ha llegado a proponer como modelo para la psiquiatría, así como para la industria médica en su conjunto, el modelo de la aeronáutica, en el cual el piloto es concebido como auxiliar del computador. El proyecto DSM está en este sentido marcado por una toma del poder de los investigadores sobre los practicantes del campo de la clínica. Esta influencia se consolidó cada vez más en el curso de los treinta años en los que se ha desplegado el proyecto. Los investigadores, en la búsqueda de una lengua perfecta, han querido corregir todas las malas costumbres de la comunidad de los practicantes. Se puede decir que al final del proceso, con el DSM5, la ruptura es total entre la investigación y los clínicos. (Continuará...)
Traducción : Mauricio Rugeles 
Establecimiento del texto : Dalila Arpin y Raquel Cors


viernes, febrero 07, 2014

Entrevista a GUSTAVO DESSAL
Sobre algunos equívocos entre psicoanálisis y psicología.

T : El psicoanálisis ¿cura o sólo es una máquina de producir psicoanalistas?
D : El psicoanálisis cura, y es también una máquina de producir psicoanalistas. Podemos decir que el psicoanálisis cura, siempre y cuando pongamos en cuestión lo que eso significa. Freud imaginó su invento como algo capaz de lograr que un sujeto cambiase una existencia miserable por una infelicidad admisible. 
Jamás consideró que el fin del análisis consistía en curar en el sentido médico del término, devolverle al paciente la salud, puesto que forma parte de la esencia misma del discurso analítico cuestionar de raíz los conceptos de salud, bienestar, adaptación, normalidad, etcétera.
 Es una de las razones por las que el psicoanálisis se distingue de la psicología.  Lacan  rescató de Freud este postulado ético fundamental, que estaba a punto de desaparecer del movimiento psicoanalítico, de la subjetividad basada en el escepticismo lúcido. No creía en el progreso ni en la superación. No albergaba la más mínima esperanza sobre el ascenso de la razón, y aunque era un hijo de la Ilustración, se encargó de subvertir todos sus valores. La forma en la que concibió la cura se nutrió de esa posición. La curación analítica es el resultado de una experiencia, una experiencia en la que la elaboración de saber no es un simple medio para lograr un fin, sino que es ya un fin en sí mismo. Conocer algo sobre nuestro inconsciente, desprendernos de la ingenuidad que nos hace creer que nuestro malestar depende de condiciones que son ajenas a nosotros mismos, asumir la responsabilidad de al menos una parte del sufrimiento que padecemos, forma parte de la cura. El psicoanálisis no promueve la idea de que al final del camino nos espera la felicidad o la armonía, sino un modo diferente de habitar el desamparo, la soledad y la infelicidad de la condición humana. Una manera menos tonta. Por supuesto, quiero dejar bien claro que esto no está reñido con el hecho de que un psicoanálisis debe aportar efectos terapéuticos que se traduzcan en un alivio sustancial a muchos de los síntomas que traban la vida de una persona. Pero partiendo de la base de que jamás alcanzaremos un equilibrio que no solo es imposible por definición (el conflicto es ineliminable) sino que supondría la disolución de lo que hace de un sujeto algo único, irrepetible. Y, como decía al principio, el psicoanálisis es también una máquina de fabricar psicoanalistas. Es, por así decirlo, la parte fundamental del proceso de producción. El psicoanálisis solo perdura en tanto existen analistas. Es una praxis, y no una filosofía, por lo tanto requiere practicantes que deben formarse en el diván, además de cultivar los textos de su disciplina (en lo posible de algunas otras también). El éxito del psicoanálisis, es, por encima de todo, su supervivencia, lograda a partir de que continúa fabricando psicoanalistas, psicoanalistas que deben -ellos sí- curarse definitivamente de algo: del deseo de curar.

T : Se habla del estadio del espejo. ¿Cómo pensar ese estadio en los niños ciegos?
D :  A pesar de la importancia que Lacan le dio a la dimensión visual en sus primeras formulaciones sobre el estadio del espejo, hay que tener en cuenta que la constitución de la imagen del yo no es una experiencia empírica, puramente escópica. El espejo no es necesariamente un espejo real. Tengamos en cuenta que existen culturas que durante siglos no han tenido recursos ni técnicos ni naturales para observar el reflejo de su imagen. Ni en un ojo de agua, ni en un trozo de vidrio. Por otra parte, sujetos que ven perfectamente pueden padecer graves trastornos del yo y de su imagen corporal. El estadio del espejo es una fase que debe asegurar el modo en que lo imaginario se asienta en el sujeto humano, pero depende de una serie compleja de elementos. La vivencia de una imagen unificada del cuerpo requiere la intervención fundamental de la mirada, pero no tanto la del sujeto mismo, sino la del Otro, encarnada en particular por la madre, si tenemos en cuenta quela madre es para el psicoanálisis una función, y no una entidad biológica. Incluso un ciego puede tener la experiencia de sentirse mirado. La mirada es algo que se percibe en las palabras del Otro, en lo que dice y lo que no dice, en el lugar que su discurso nos ha reservado. En ese sentido, el valor que nuestro inconsciente percibe en el deseo de ese Otro primordial está interviniendo de forma radical, y entre otras cosas determina la constitución más fallida o lograda de la imagen del yo que, insisto, no se reduce a la captación visual de nuestro reflejo. De todos modos, lo dicho no invalida que los ciegos de nacimiento manifiestan en su mayoría trastornos importantes en el nivel de lo imaginario.

T : En la conferencia que dio Jacques-Alain Miller al cierre del congreso en Buenos Aires (y que abre este volumen), dice que a Lacan, la pasión por el nudo borromeo, le sirvió para llegar a esa zona irremediable de la existencia, la misma zona que Edipo en Colona, donde se presenta la ausencia absoluta de caridad, de fraternidad, la ausencia de cualquier sentimiento humano. Una frase como ésta, ¿no daría lugar a ficciones distópicas, o apocalípticas? ¿Estamos viviendo en ese mundo?
D : Para Lacan, la referencia a Edipo en Colona, que encontramos en su seminario VII, La ética del psicoanálisis, tiene un propósito muy específico. No es el Edipo de Tebas, en el que Freud se inspiró. Es una obra en la que vemos a Edipo luego de que se le revelase la verdad. Ciego, desamparado, vaga a tientas por el mundo. Es la metáfora de alguien que, habiendo franqueado todas las barreras (ha cometido parricidio e incesto), entra en una zona en la que ya no hay nada. ¿Por qué Lacan se interesa en esto? Por supuesto, no se trata de que el analizante deba ser empujado a llevarse por delante los límites de la civilización, sino que, de manera estrictamente simbólica, y solo en el caso de que esté dispuesto a ello (un análisis solo prosigue hasta el extremo en que el analizante lo desea, o lo admite, o lo soporta) puede hacer la experiencia de alcanzar el fundamento mismo de su existencia: algo que carece de todo amparo, una soledad inaugural que no conoce atenuantes. Pero desde luego, el análisis no se detiene allí. No es una experiencia nihilista. Todo lo contrario. Atravesar esa zona tiene como función el despojarnos de las falsas ilusiones, de los espejismos de los ideales, y prepararnos para una nueva forma de apertura al mundo, un poco más advertidos de que existe algo que se llama lo real, lo que no se anuncia, ni se previene, ni se pronostica. En la actualidad, existen dos grandes modos de tratar lo real: el modo que impone la ciencia, consistente en imaginar que lo real puede ser reducido por completo, que puede llegar incluso a eliminarse de la vida (la muerte, la enfermedad, lo imprevisible, la locura, y todas las formas de encuentros fallidos que podamos poner en una lista), lo cual conduce al retorno de lo peor, es decir, de un mundo en el que el deseo absoluto del bien universal provoca efectos iatrogénicos monstruosos, y por otro lado ciertos autores que predican el apocalipsis, la idea de que la metáfora bíblica de Sodoma y Gomorra ya se ha realizado. Vivimos en un mundo que ha cambiado, pero creo que es un error tanto el ignorarlo como el suponer que nada ha quedado en pie. No comparto la idea de que caminamos hacia lo peor. Quiero decir que no comparto la idea de que eso sea algo nuevo. Siempre hemos caminado hacia lo peor (en definitiva es eso a lo que Freud llama la pulsión de muerte), pero no debemos desechar que existe otra cosa, algo que si bien no detiene eso por completo, al menos puede atemperar sus efectos: Eros. Supongo que a algunos les parecerá un término en desuso, pero yo no lo considero así. No me refiero a la creencia ingenua en el poder del amor, como en la época del flower power (que tuvo tanta dignidad como el Mayo del 68), sino a que el psicoanálisis no es una filosofía del pesimismo sin más. El psicoanálisis promueve el deseo, algo que está del lado de la vida. Y el deseo puede llegar a ser un arma increíblemente poderosa. La chispa de un deseo puede cambiar a un sujeto, a una comunidad, a un país, incluso a una era.

 
T : Uno de los apartados es sobre pornografía. ¿Qué es la pornografía para el psicoanálisis de orientación lacaniana en la época de la agitación de lo real?
D : No tengo una reflexión al respecto, e ignoro si en el psicoanálisis de orientación lacaniana hay una elaboración importante sobre este tema, que la invención de internet ha multiplicado de forma exponencial. Tampoco estoy seguro que hoy en día la pornografía cumpla un papel muy distinto al de antaño. Ha ido conquistando el mismo terreno que tantas otras cuestiones relacionadas con la sexualidad, y con el modo en que una sociedad admite determinadas prácticas. La tolerancia hacia la degradación es cada vez mayor. Lo vemos a diario en los medios, en los que la obscenidad ya casi no asombra a nadie. La pornografía es la demostración de que el deseo es en esencia perverso, en especial el deseo masculino. La imagen, y su tratamiento moderno gracias a las tecnologías de la red, la puso al alcance de cualquiera. Todo el que quiera puede buscar la forma de soñar con el goce que no existe. Antes no era fácil acceder a las fuentes de pornografía, hoy en cambio lo es. Lo que indudablemente tiene sus efectos en la clínica, o mejor dicho, en la forma en que la pornografía invade la vida cotidiana de la gente. Ya no es necesario que tu mujer te descubra en la cama con otra. Le basta con meterse en tu ordenador y ver las páginas que has visitado. Los pacientes hablan todo el tiempo de esos avatares. Pero no diría que el mundo está a punto de estallar por ese motivo.

T : Las toxicomanías, ¿pueden pensarse como una nueva religión?, ¿cómo sería eso?
D : No lo creo. El uso del tóxico ha variado mucho en las últimas décadas. Timothy Leary intentó fundar una religión con el LSD, y en cierto modo consiguió un número nada despreciable de adeptos. Una religión supone un lazo social, es un lazo social, sin ninguna duda. Y en ese sentido, los 60 y 70 representaron un intento de crear una suerte dereligio en la que las drogas eran un medio para generar un sentimiento de lo común. Pero actualmente las drogas son la antítesis del lazo social. El toxicómano se entrega a un goce solitario, un goce que no está sostenido por ningún discurso ideológico. Se trata o bien de encontrar una satisfacción singular, que no se inscribe en el dominio del relato de la subjetividad, o es una defensa contra el goce invasivo de la psicosis. Las toxicomanías constituyen un síndrome muy complejo, que no admite una definición común. Existen sujetos que consumen sustancias o -si se admite la extensión del término- son adictos a ciertos comportamientos. Pero no creo que ninguno de ellos esté particularmente interesado en convertir ese rasgo en el componente de una religión.

T : ¿Por qué el speed dating es importante al punto de tener un apartado propio en este libro?
D : Desconozco la razón por la cual los responsables de este libro incluyeron esta nueva práctica. Supongo que, con toda razón, se trata de mostrar el surgimiento de fenómenos que muestran una variación de las costumbres eróticas y amatorias, producida entre otras cosas por el cambio actual de paradigma. La licuefacción del amor apuntada por Zygmunt Bauman fue el punto de partida para reflexionar sobre nuevas formas en las que los sujetos organizan y sustentan el lazo social. En una sociedad en la que nada es ya muy duradero -ni un trabajo, ni la permanencia en un mismo lugar geográfico, ni la vida en común, ni la unidad familiar-, es lógico que la vida sexual también se vea afectada. Las personas tienen cada día más el sentimiento de que deben adaptarse a una nueva forma de vida, en la que deben abandonar la expectativa de una continuidad, una solidez, una duración. Quien no se adapta a lo efímero, corre el riesgo de quedar excluido. Desde luego, todavía lo líquido convive con ciertos restos sólidos, pero es evidente que avanzamos en esa dirección. No se puede perder ni un minuto, y el speed dating es una fórmula adecuada para la gente que le da al amor el tiempo justo para una agenda en perpetuo cambio, y que además se resiste a renunciar a lo que considera como su realización personal. La vida se configura como un enjambre de unos solos, como pensaba Lacan sobre el inconsciente al final de su enseñanza. Pero todavía existe elslow dating, aquellos que confían en la existencia de la relación sexual, y se esfuerzan por inscribirla mediante los usos clásicos, tradicionales. De momento, sostengo que la modernidad no ha logrado aún el reinado absoluto del cinismo. Tal vez lleguemos a eso, no lo descarto. Pero los psicoanalistas tenemos que cuidarnos de no ceder a la tentación de gozar del fantasma del apocalipsis. 

jueves, enero 30, 2014

SOBRE EL TRANSHUMANISMO por MIQUEL BASSOLS

A  las relaciónes del cuerpo humano y la cibernética, se las conoce como transhumanismo.

-﷓Qué opina de las investigaciones de
Kevin Warwick, Ingeniero en cibernética, sobre la interfaz cuerpo ordenador, donde se prefigura para este siglo la experiencia del cuerpo como separado, como prescindible?

--Experiencias como las de Kevin Warwick, que conecta su cerebro a un ordenador para mover un brazo mecánico al otro lado del mundo a través de Internet, o que conecta incluso su sistema nervioso al de su mujer por el mismo medio, son algunos de los efectos especiales de la tecnociencia actual. Más allá de lo espectacular o fútil de estas experiencias, nos indican que la ciencia está hoy en posición de llevar más lejos todavía la introducción de toda suerte de prótesis en el cuerpo del ser humano en una suerte de fusión entre el cuerpo biológico y el llamado cibercuerpo. La era posthumana se anuncia en el siglo XXI con estos nuevos objetos, y el más habitual es el teléfono celular que solemos llevar pegado al cuerpo.

Hay, sin embargo, dos elementos irreductibles. Por muy complejo que sea el aparato injertado en el cuerpo, en algún lugar de éste es necesario que exista una experiencia de goce, de satisfacción pulsional, que indica que hay ahí un ser vivo y un sujeto de esta experiencia, con sus malestares y sus síntomas. Al fin y al cabo, Kewin Warwick no deja de manifestar que todo este montaje tiene para él la relación más íntima con algunos problemas de identidad sexual y de comunicación que existen con su mujer. Así pues, el primer punto irreductible es la aparición de nuevos síntomas producidos por el impacto de la ciencia sobre la experiencia de goce en el ser que habla.

El segundo punto irreductible es algo más inquietante. Uno de los ideales que promueven algunas de estas experiencias es llegar a prescindir del lenguaje y de la palabra para obtener una nueva forma de conexión o de comunicación entre los seres. Curiosamente, este ideal inquietante se conjuga con una de las apuestas de la clínica postDSM de hoy, en el ocaso definitivo de la psiquiatría: prescindir del lenguaje y de las ambigüedades de la palabra del sujeto a la hora de diagnosticar y tratar los trastornos mentales.

Pues bien, cuanto más se avanza en esta vía, más se pone de manifiesto lo irreductible del sentido singular en el sufrimiento de cada sujeto, sentido que sólo puede entenderse e interpretarse en el campo del lenguaje. Así que las promesas de la ciencia no hacen más que poner de relieve, una vez más, lo imprescindible de las dos vertientes que definen al sujeto de la experiencia analítica: el cuerpo vivo como una experiencia de goce singular y la estructura del lenguaje como la única que permite subjetivar, simbolizar, tratar e interpretar esta experiencia.

-﷓Usted ha destacado que vivimos en el marco de un real que implica "que una bomba estalla en cualquier momento" y habló de dos maneras de enfrentarse con él. Cuáles son?

--Especialmente desde el 11S, el sujeto de nuestro tiempo vive en efecto bajo la amenaza constante de un real que puede estallar en cualquier momento. "Un momento más y la bomba estallaba", es el ejemplo que tomé de Lacan para ilustrar esta forma de presencia de un real pre﷓traumático. Y todas las medidas de seguridad para tratar este nuevo real parecen seguir el destino de aquella viñeta de un excelente humorista gráfico que se llama El roto, en la que se lee el siguiente cartel admonitorio colgado de una valla: "Por razones de seguridad, no hay seguridad".

Y creo, en efecto, que hay al menos dos modos de afrontar este nuevo real que nos acucia a escala tan global como local: o bien lo intentamos borrar de la realidad con todas las medidas de control y de seguridad; o bien intentamos descifrarlo para desactivarlo o para efectuar una suerte de "explosión controlada".

El primer modo es el que promueve el higienismo actual que invade buena parte de las políticas de salud mental, tanto en Europa como en América. Se trata de reducir el síntoma a un trastorno que hay que borrar del mapa antes siquiera de preguntarse por el sentido que encierra para cada sujeto que lo sufre. En vano, porque el síntoma es como la hidra de siete cabezas que las reproduce de modo directamente proporcional a la operación de cortarlas por lo sano, nunca menor dicho.

Otro modo, que el psicoanálisis viene desarrollando desde su aparición como un nuevo discurso, es interrogar primero a la bomba de lo real que hay en cada sujeto para hacerla hablar. Tratar la bomba de lo real por medio de la palabra y el lenguaje nos permite descifrar su mecanismo simbólico, desactivarla si es posible, o bien mitigar notablemente sus efectos con un dispositivo que puede entenderse, siguiendo la analogía, como una explosión controlada. Es lo que hacen los artificieros, que saben que desplazar la bomba a otro lugar con la vana ilusión de que así desaparece es el peor de los procedimientos.

Así que el psicoanalista es una suerte de "artificiero de lo real" del síntoma para cada sujeto. El psicoanalista desactiva la bomba con su desciframiento o bien realiza una explosión controlada bajo ciertas condiciones que encontramos en lo que llamamos transferencia. El síntoma bajo transferencia es tratable de una forma que evita su reproducción a base de insuflarle más sentido o desplazarlo a otro lugar.

Conviene poner a prueba este procedimiento y verificar sus efectos siempre con sumo cuidado, aprendiendo siempre caso por caso. La formación para ello no es rápida y se sabe ya desde el origen del psicoanálisis que no puede reducirse al mejor de los programas universitarios. La Asociación Mundial de Psicoanálisis, en el marco del Campo Freudiano, se dedica a crear y a desarrollar en distintos lugares del mundo los dispositivos necesarios para esta formación.

martes, enero 28, 2014

Para entender a Lacan :

"Una psicosis lacaniana" . Presentación de enfermos de Jacques Lacan.

Dr. Lacan: Siéntese, buen hombre. Usted ha encontrado aquí el más vivo interés. Quiero decir que nos hemos interesado verdaderamente en su caso. Ha hablado con sus psiquiatras. Se han aclarado varias cosas. Hábleme de usted. (Silencio del señor Primeau.) No veo por qué no darle la palabra; usted sabe muy bien lo que le ocurre.

Sr. Primeau: No logro discernirme.

Dr. Lacan: ¿No logra discernirse? Explíqueme lo que le pasa.

Sr. Primeau: Estoy un poco desunido respecto del lenguaje. Es una disyunción entre el sueño y la realidad. Hay una equivalencia entre dos... dos mundos en mi imaginación, y no una predominancia. Entre el mundo y la realidad-eso que se llama realidad-se produce una disyunción. Me encuentro constantemente al borde de que fluya lo imaginativo.

Dr. Lacan: Hábleme de su nombre. Porque Gérard Primeau no es...

Sr. Primeau: Sí, había descompuesto, antes de conocer a Raymond Roussel... Cuando tenía veinte años estudiaba matemáticas superiores... Luego, me interesé por los hechos físicos, y se hablaba mucho de estratos y subestratos intelectuales. El lenguaje podría presentar estratos y subestratos. Por ejemplo, descompuse mi nombre en Geai (grajo), un pájaro, Rare (raro), la rareza.

Dr. Lacan: Geai Rare...

Sr. Primeau: Prime Au (primero al). Había descompuesto, de un modo un tanto lúdico, había despedazado mi nombre para crear. Lo que tengo que decirle es... (silencio).

Dr. Lacan: Y después ¿qué más? ¿A qué llama usted "la palabra"-así me lo han contado-, la palabra impuesta?

Sr. Primeau: La palabra impuesta es una emergencia que se impone a mi intelecto y que no tiene ninguna significación corriente. Son frases que emergen, frases no reflexivas, que no son ya pensadas, sino que son como emergencias que expresan el inconsciente...

Dr. Lacan: Prosiga.

Sr. Primeau: ...emergen como si yo fuese, no sé, manipulado... No soy manipulado, pero no logro explicarme. Tengo muchas dificultades para explicárselo. Tengo dificultad para discernir el problema, dificultad para discernir esta emergencia. No sé cómo viene, se impone a mi cerebro. Llega de golpe: Usted ha matado al pájaro azul. Es un "anarchic system"... frases que no tienen ninguna significación racional en el lenguaje banal y que se imponen en el cerebro, en el intelecto. También hay una especie de oscilación. Con el médico que se llama M.D. tengo una frase impuesta que dice: "M.D. es amable" y enseguida tengo una oscilación, con una reflexión que es mía, es una disyunción entre una frase impuesta y una frase mía, una frase reflexiva, y digo: "Pero yo estoy loco" Digo: "M.D. es amable" -frase impuesta-, "Pero yo estoy loco"-frase reflexiva.

Dr. Lacan: Déme otros ejemplos.

Sr. Primeau: El hecho es que, sobre todo, estoy muy acomplejado, muy agresivo a ratos. Con frecuencia, tengo tendencia...

Dr. Lacan: Y "agresivo", ¿qué quiere decir?

Sr. Primeau: Lo he explicado.

Dr. Lacan: Usted no tiene pinta de agresivo.

Sr. Primeau: Cuando tengo un contacto sensible soy agresivo interiormente... No puedo decir más...

Dr. Lacan: Usted conseguirá decírmelo, decirme cómo sucede.

Sr. Primeau: Tiendo a compensar. Soy agresivo, no físicamente, sino interiormente. Tiendo a compensar en el nivel de las frases impuestas. Me expreso mal, me descubro en seguida... Tiendo a recuperar las frases impuestas, a hallar amable a todo el mundo, bello a todo el mundo... mientras que en otros momentos tengo frases agresivas impuestas...

Dr. Lacan: Tómese su tiempo, tómese su tiempo para orientarse.

Sr. Primeau: Hay varios niveles de voces.

Dr. Lacan: ¿Por qué las llama "voces"?

Sr. Primeau: Porque las oigo, las oigo interiormente.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Así pues, soy agresivo, e internamente oigo a la gente por telepatía. A veces tengo frases emergentes que no tienen significado, como acabo de explicarle un poco.

Dr. Lacan: Déme un ejemplo.

Sr. Primeau: Me matará el pájaro azul. Es un "anarchic system" Es un "assastinat" político... que es la contracción entre assassinat (asesinato) y assistanat (asistentado), que evoca la noción de asesinato.

Dr. Lacan: Que evoca... Dígame: ¿no le asesinan a usted?
Sr. Primeau: No, no me asesinan. Voy a continuar con una especie de recuperación inconsciente. A veces, tengo frases emergentes, agresivas e insignificantes o, mejor dicho, no significantes en el lenguaje corriente, y otras veces tengo recuperaciones de esta agresividad. y tengo la tendencia a encontrar a todo el mundo amable bello, etcétera. Eso beatifica, canoniza a ciertas personas a las que llamo santas. Tengo una amiga que se llama Bárbara; de lo que resulta Santa Bárbara. Santa Bárbara es una frase emergente, pero yo estoy en una fase agresiva. Siempre tengo esta disyunción entre las dos, que se completan, según la influencia del tiempo, y que no son del mismo tipo; una es emergente y la otra es reflexiva.

Dr. Lacan: Sí. Entonces hablemos más precisamente si usted quiere, de las frases emergentes. ¿Desde cuándo emergen? No es una pregunta estúpida.

Sr. Primeau: No, no. Desde cuando hice... Me diagnosticaron un delirio paranoico en marzo de 1974.

Dr. Lacan: ¿Quién dijo eso, "delirio paranoico"?

Sr. Primeau: Un médico lo dijo entonces. Y esas frases emergentes...

Dr. Lacan: ¿Por qué se vuelve hacia ese señor?

Sr. Primeau: Sentí que se burlaba de mí.

Dr. Lacan: ¿Ha sentido una presencia burlesca? El no está en su campo...

Sr. Primeau: Oí un sonidos y sentí.

Dr. Lacan: No se burla de usted. Lo conozco bien, seguramente no se burla de usted; al contrario, todo esto le interesa. Es eso, el ruido que ha hecho.

Sr. Primeau: La impresión de comprensión intelectual de su parte...

Dr. Lacan: Sí, también lo pienso, es más bien su estilo. Le digo que le conozco. Por otro lado, conozco a todas las personas que están aquí. No las hubiéramos hecho venir si yo no tuviera una confianza absoluta en ellos. Bien, continúe...

Sr. Primeau: Por otra parte, pienso que la palabra (la parole) puede ser la fuerza del mundo, de las palabras (des mots).

Dr. Lacan: Ciertamente, veamos. Hace un instante usted emitió su doctrina. Y en efecto, es un buen embrollo esta historia de...

Sr. Primeau: Es un lenguaje muy simple que uso en la vida cotidiana, y por otra parte hay un lenguaje de influencia imaginativa, en el que hago una disyunción de lo real, las personas que me rodean. Es eso lo importante. Mi imaginación crea otro mundo, un mundo que tendría un sentido equivalente al mundo llamado real, pero que estaría completamente desunido. Los dos mundos estarían completamente desunidos. Por otro lado, estas frases impuestas, en la medida en que emergen para agredir, a veces, a la persona, son puentes entre el mundo imaginativo y el mundo llamado real.

Dr. Lacan: Sí, pero en fin, está el hecho de que usted los mantiene perfectamente diferenciados.

Sr. Primeau: Sí, los mantengo perfectamente diferenciados pero el lenguaje, el fluir de la imaginación, no es del mismo orden intelectual o espiritual que lo que digo. Es una especie de sueño, una especie de sueño despierto, un sueño permanente.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: No creo que invente. Está desunido, pero esto no tiene ningún... No logro... Respondiéndole tengo miedo a equivocarme .

Dr. Lacan: ¿Cree haberse equivocado al responder?

Sr. Primeau: No me he equivocado. Cualquier palabra es fuerza de ley, toda palabra es significante, pero aparentemente, a primera vista, no tienen un sentido puramente racional.

Dr. Lacan: ¿De dónde ha tomado usted este término: "Toda palabra es significante"?

Sr. Primeau: Es una reflexión personal.

Dr. Lacan: Exacto.

Sr. Primeau: Tengo conciencia de este mundo desunidos no estoy seguro de tener conciencia de este mundo desunido.

Dr. Lacan: ¿No está seguro de...?

Sr. Primeau: No estoy seguro de tener conciencia de este mundo desunido. No sé si el...

Dr. Lacan: ¿Si el...?

Sr. Primeau: El sueño, el mundo construido por la imaginación, donde encuentro el centro de mí mismo, no tiene nada que ver con el mundo real, porque en mi mundo imaginativo, en el mundo que creo por la palabra, ocupo el centro. Tiendo a crear una especie de miniteatro, donde yo sería a la vez creador y director, mientras que en el mundo real sólo tengo una función de...

Dr. Lacan: Sí, ahí usted no es un geai rare, es tan cierto que...

Sr. Primeau: No, el geai rare está en el mundo imaginativo. El Gérard Primeau está en el mundo comúnmente llamado real, mientras que en el mundo imaginativo yo soy Geai Rare Prime Au. Es, quizás, a partir de mi palabra Prime: es el primero, el que codifica, que tiene fuerza. Había empleado un término en uno de mis poemas...

Dr. Lacan: ¿En uno de sus poemas?
Sr. Primeau: Era el centro solitario de un círculo solitario. No sé si eso ha sido dicho antes. Lo encontré cuando era bastante joven. Creo que ya lo había dicho Novalis.

Dr. Lacan: Exactamente.

Sr. Primeau: Soy el centro solitario, una especie de dios, de demiurgo de un círculo solitario, porque justamente este mundo está amurallado, y no logro hacerlo pasar a la realidad cotidiana. Todo el que se masturba... es decir, que se crea en el sueño interior-iba a decir "que se masturba"... (silencio).

Dr. Lacan: En definitiva, ¿qué piensa? Por lo que dice, parecería que tiene la sensación de que hay un sueño que funciona como tal, que usted, en definitiva, es la presa de un determinado sueño.

Sr. Primeau: Sí, más o menos eso. Una tendencia en la vida, además a... (silencio).

Dr. Lacan: Dígame.

Sr. Primeau: Estoy cansado. No estoy muy en forma, esta mañana, para hablar.

Dr. Lacan: ¿Y por qué diablos?

Sr. Primeau: Porque estaba un poco angustiado.

Dr. Lacan: Ha estado angustiado. ¿A qué nivel?

Sr. Primeau: No sé. Estoy angustiado. También la angustia es emergente. A veces está en relación con el hecho de encontrarse con una persona. Por otra parte, el hecho de encontrarme con usted, y...

Dr. Lacan: ¿Es angustiante hablar conmigo? ¿Acaso tiene la sensación de que yo no entiendo nada de todo este asunto suyo?

Sr. Primeau: No estoy seguro de que la entrevista pueda desbloquear ciertas cosas. Una vez tuve una angustia emergente que era puramente física, sin relación con un hecho social.

Dr. Lacan: Sí, el modo en el que yo me introduzco en este mundo...

Sr. Primeau: No... tenía miedo de usted porque estoy muy acomplejado. Usted es una personalidad bastante conocida. Tenía miedo de encontrarme con usted. Era muy simple, como angustia.

Dr. Lacan: Sí. ¿Y qué impresión le causan las personas que están aquí, que escuchan con tanto interés?

Sr. Primeau: Es oprimente. Es por esto que me da fatiga para hablar. Me siento angustiado y cansado, y esto bloquea mi tendencia a...

Dr. Lacan: ¿Con quién habló en 1974?

Sr. Primeau: Con el doctor G.

Dr. Lacan: ¿No fue G. el primer psiquiatra con el que habló?

Sr. Primeau: Sí, fue el primero. Vi al profesor H, a los quince años.

Dr. Lacan: ¿Quién le condujo a él?

Sr. Primeau: Mis padres. Tenía problemas de oposición a mis padres.

Dr. Lacan: ¿Es usted hijo único?

Sr. Primeau: Sí, soy hijo único.

Dr. Lacan: ¿Qué hace su padre?

Sr. Primeau: Visitador médico.

Dr. Lacan: ¿Qué tipo de trabajo es?

Sr. Primeau: Trabaja para un laboratorio farmacéutico. El trabajo consiste en ir a hablar con los médicos para presentar sus productos, es una especie de representante.

Dr. Lacan: ¿Trabaja para...?

Sr. Primeau: Para los laboratorios D.

Dr. Lacan: Y usted ¿ha seguido una orientación profesional? Hace poco me dijo que había hecho matemáticas superiores.

Sr. Primeau: Exacto, sí. En el liceo P.

Dr. Lacan: Hábleme un poco de sus estudios.

Sr. Primeau: ¿A qué nivel? Siempre he sido un alumno más bien perezoso. La naturaleza me había dotado... Siempre tenía tendencia a apoyarme en mi inteligencia más que en el trabajo. En matemáticas superiores lo dejé porque tuve...

Dr. Lacan: ¿Tuve...?

Sr. Primeau: Tuve un problema sentimental.

Dr. Lacan: ¿Tuvo un problema sentimental?

Sr. Primeau: Tuve preocupaciones por un problema sentimental. En noviembre había comenzado matemáticas superiores, luego me vine abajo a los dos meses a causa de un problema sentimental. Después, abandoné la matemática superior ya que entretanto tuve una depresión nerviosa.

Dr. Lacan: Usted tuvo una depresión nerviosa ligada a...

Sr. Primeau: A esa decepción sentimental.

Dr. Lacan: Esa decepción sentimental ¿en relación a quién?

Sr. Primeau: A una muchacha que había conocido en una colonia de vacaciones. Ambos éramos monitores.

Dr. Lacan: Sí. No veo por qué no decirme cómo se llamaba.

Sr. Primeau: Hélène Pigeon.

Dr. Lacan: Sí, era pues en 1967. ¿En qué punto se encontraba usted en su "escolaridad"? Es preciso llamarla así.

Sr. Primeau: Había tenido problemas porque era perezoso. Pero la pereza es una enfermedad. Ya estaba muy trastornado desde los quince años, y tenía palpitaciones afectivas a causa de mis relaciones tempestuosas con mis padres. Me ocurría que tenía lagunas de memoria.

Dr. Lacan: Habla de sus padres. Ya me ha situado un poco a su padre. ¿Y su madre?

Sr. Primeau: Fui criado por mi madre, porque mi padre, visitador médico, trabajaba en provincias. Mi madre era una mujer muy angustiada, muy silenciosa, y como yo mismo era muy retraído, muy, muy reservado, la cena era muy silenciosa, no había ningún contacto afectivo verdadero de parte de mi madre. Estaba angustiada, tenía un estado mental bastante contagioso... No es un virus, pero está en el ambiente. Entonces, fui criado por esta madre muy angustiada, hipersensible, que se peleaba muchas veces en escenas familiares con mi padre cuando regresaba los fines de semana. Había una atmósfera bastante tensa y angustiante. Creo que, por un fenómeno de ósmosis, yo también estaba muy angustiado.

Dr. Lacan: Cuando habla de fenómenos de ósmosis, ¿qué idea se hace de esta ósmosis, usted que sabe distinguir tan bien lo real...?

Sr. Primeau: ¿...de lo imaginario?

Dr. Lacan: Exacto, sí. ¿Entre qué y qué había ósmosis?

Sr. Primeau: Creo que, ante todo, hay una toma de conciencia entre lo que se llama lo real... se crea una tensión psicológica, una angustia en lo real, pero carnal, es decir en el cuerpo, y que, por ósmosis, pasa enseguida al espíritu... Porque tengo un problema es que no consigo... me siento un poco... Una vez le escribí una carta a mi psiquiatra...

Dr. Lacan: ¿A qué psiquiatra?

Sr. Primeau: Al doctor G. Desde hacía tiempo, hablaba de la escisión entre el cuerpo y el espíritu, y había una... Estaba obsesionado por... Yo le hablo de entonces, ahora ya no es válido... Llevé una especie de... (parece muy emocionado)... toda una noción de cuerpos eléctricos aparentemente empalmados, y que aparentemente se desunían. No lograba distinguir completamente en el nivel de esa situación cuerpo-espíritu.

Dr. Lacan: ¿"De entonces", eso cuándo era?

Sr. Primeau: Tendría diecisiete o dieciocho años... Decía: ¿cuál es el momento en que el cuerpo entra en el espíritu, o el espíritu entra en el cuerpo? No sé. Estoy obsesionado por la... ¿Cómo?... por el cuerpo compuesto de células, de todo tipo de células nerviosas. ¿Cómo pasar de un hecho biológico a un hecho espiritual? ¿Cómo se realiza la división entre el cuerpo y el espíritu? En suma, ¿cómo el pensamiento tiene una interacción neuronal? ¿Cómo se formuló el pensamiento? ¿De qué modo, a partir de esta interacción neuronal con el cerebro, el pensamiento puede hacer emerger de estas interacciones neuronales, de estos desarrollos hormonales, de estos desarrollos neurovegetativos, etcétera? Se me había ocurrido...

Dr. Lacan: Pero usted sabe que no sabemos más que usted.

Sr. Primeau: Se me había ocurrido, en vista de que la biología tomaba sus ondas en el cerebro, se me ocurrió que el pensamiento, o la inteligencia, era una especie de onda, de proyección de onda hacia el exterior. No sé cómo estas ondas se proyectaban hacia el exterior, pero el lenguaje... Es en relación con el hecho que soy poeta, porque...

Dr. Lacan: Sí, no hay duda de que usted sea poeta.

Sr. Primeau: Intenté, al principio...

Dr. Lacan: ¿Tiene cosas escritas por usted?

Sr. Primeau: Sí, tengo cosas aquí.

Dr. Lacan: Tiene ¿dónde?

Sr. Primeau: En el Hospital. El doctor Z me había pedido que las trajera. En fin, querría continuar. Intenté, con la acción poética, encontrar un ritmo de oscilación, una música. Se me ha ocurrido que la palabra es la proyección de la inteligencia que se eleva hacia el exterior.

Dr. Lacan: La inteligencia, la palabra. ¿Es esto lo que usted llama la inteligencia, es el uso de la palabra?

Sr. Primeau: Pensaba que la inteligencia era una proyección ondulatoria hacia el exterior, como si... No estoy de acuerdo con usted cuando dice que la inteligencia es la palabra. Está la inteligencia intuitiva, que no se puede traducir por la palabra, y justamente yo soy muy intuitivo y me cansa logificar (à logifier)... No sé si es una palabra francesa, es una palabra que inventé. Lo que veo... Por momentos, se me ocurría decir, cuando discutía con alguien: "Veo", pero no logro traducir racionalmente lo que veía. Son imágenes que pasan, y no logro...

Dr. Lacan: Hábleme un poco de esas imágenes que pasan.

Sr. Primeau: Es como un cine, lo que en medicina se llama "cine". Parte a toda velocidad y no sabría formular estas imágenes, porque no consigo calificarlas.

Dr. Lacan: Intentemos, antes que nada, definir un poco mejor esto. ¿Qué relación hay, por ejemplo, entre estas imágenes y una cosa que yo sé-porque me lo han dicho-, que tiene un lugar relevante para usted? La idea de lo bello. ¿Es de estas imágenes que usted se hace su idea de la belleza?

Sr. Primeau: ¿A nivel del círculo solitario?

Dr. Lacan: Del círculo solitario, sí.

Sr. Primeau: Efectivamente, se trata de esto. Pero la idea de lo bello en el sueño es esencialmente una visión física.

Dr. Lacan: ¿Qué es bello, aparte de usted? Porque, ante todo, ¿usted piensa que es bello?

Sr. Primeau: Sí, pienso que soy bello.

Dr. Lacan: ¿Las personas con las que usted se relaciona son bellas?

Sr. Primeau: En un rostro yo busco su luminosidad, siempre esta proyección, un don luminoso; busco una belleza que irradia. Esto no es extraño al hecho de que diga que la inteligencia es una proyección de ondas. Busco gente que tenga una inteligencia sensible, esta irradiación del rostro que te pone en relación con esta inteligencia sensible.

Dr. Lacan: Hablemos de la persona por la que se preocupaba en 1967... Hélène. ¿Ella irradiaba?

Sr. Primeau: Sí, ella irradiaba. Bien, encontré otras...

Dr. Lacan: ¿Otras personas irradiantes?

Sr. Primeau: Otras personas irradiantes, tanto entre las mujeres como entre los hombres. Sexualmente, me enamoro tanto de una mujer como de un hombre. Hablaba de las relaciones físicas con los hombres. Era atraído únicamente a causa de esta irradiación a la vez intelectual y sensible.

Dr. Lacan: Entiendo muy bien lo que usted quiere decir. No estoy obligado a participar, pero entiendo lo que quiere decir. Pero, en fin, usted no tuvo que esperar diecisiete años para quedar conmovido así, sensiblemente, por la belleza. ¿Qué le llevó a...?

Sr. Primeau: Por un problema...
Dr. Lacan: Dígame.

Sr. Primeau: ...de oposición a mis padres. Mi madre era muy silenciosa, pero mi padre, cuando regresaba los fines de semana... por problemas de educación, por problemas de la vida cotidiana, de la vida escolar o de la educación, con los consejos que me daba, yo era más bien refractario, bastante rebelde, ya muy independiente, y estaba irritado por los consejos que mi padre quería darme, como si yo tuviera la posibilidad de ir adelante por mi cuenta, sin recibir los consejos de mi padre. Fue entonces...

Dr. Lacan: ¿Qué le dijo a H.?

Sr. Primeau: Ya no me acuerdo.

Dr. Lacan: ¿Dijo usted que era un oposicionista?

Sr. Primeau: Ya no me acuerdo de qué dijo. Me hizo hablar y luego me hizo salir y habló con mi padre, no hizo el diagnóstico en mi presencia. Me pasó unos tests, desnudo. Estaba muy acomplejado desde el punto de vista sexual.

Dr. Lacan: La palabra "acomplejado", para usted, significa... ¿Está especialmente centrada en, digamos, cosas sexuales? ¿Es esto lo que quiere decir? Ya ha usado cinco o seis veces la palabra "acomplejado".

Sr. Primeau: No es sólo en lo sexual. También lo es a nivel relacional. Pero me es muy difícil expresarme, y tengo la impresión de ser, no rechazado, sino...

Dr. Lacan: "Sino"... ¿Por qué dice "no rechazado"? ¿Siente que es rechazado?

Sr. Primeau: Sí, tengo complejos por la palabra, complejos por la vida social. Es por miedo, una cierta angustia, un miedo a hablar de... Soy de efectos retardados, no soy rápido en la respuesta y tiendo a replegarme sobre mí mismo por este motivo. Me resulta muy difícil... A veces me paro, no logro... El hecho de que hace un momento haya tenido miedo de verle, era un complejo de inferioridad.

Dr. Lacan: ¿Se siente en estado de inferioridad ante mi presencia?

Sr. Primeau: He dicho "hace un momento". Estoy acomplejado en las relaciones. Como usted es una personalidad muy conocida, eso me había angustiado.

Dr. Lacan: ¿Cómo sabe que soy una personalidad conocida?

Sr. Primeau: Intenté leer sus libros.

Dr. Lacan: ¿Ah, sí? ¿Lo intentó? (El señor Primeau sonríe.) Usted leyó. Está al alcance de todo el mundo.

Sr. Primeau: Ya no recuerdo más. Lo leí de muy joven, a los dieciocho años.

Dr. Lacan: ¿Leyó las cosas que yo había propuesto cuando tenía dieciocho años?
Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Y eso ¿en qué año?

Sr. Primeau: En 1966.

Dr. Lacan: Acababa de ser publicado.

Sr. Primeau: No me acuerdo.

Dr. Lacan: En aquel entonces usted estaba...

Sr. Primeau: En la clínica C., para estudiantes. Lo vi en la biblioteca. Debía tener veinte años.

Dr. Lacan: ¿Qué le empujó a abrir alguna vez ese maldito libro?

Sr. Primeau: Fue bajo la influencia de un amigo que me había hablado de él... lo hojeé. Había muchos términos muy...

Dr. Lacan: ¿Muy qué?

Sr. Primeau: Muy complejos, y no podía seguir la lectura.

Dr. Lacan: Sí, es más bien por el hecho de que hay cosas últimamente que se encuentran en todas partes. ¿Le impresiona eso?

Sr. Primeau: Me gustó. No lo leí todo, simplemente lo recorrí por encima.

Dr. Lacan: Bien, sigamos entonces, intente volver atrás. Sucio asesinato político. ¿Por qué estos asesinatos?

Sr. Primeau: No, hay asistentado político y hay "assastinat"

Dr. Lacan: ¿Entre el "asistentado" y el "asesinato", usted hace una diferencia, o bien todo es equívoco?

Sr. Primeau: Equívoco.

Dr. Lacan: ¿Es equívoco?

Sr. Primeau: No puedo...

Dr. Lacan: ...distinguir el "asistentado" del "asesinato"? ¿Desde cuándo este embrollo, digamos, "sonoro"? Cuando las palabras -dejemos de lado la historia de su nombre, Prime Au Geai Rare-, esto tiene un cierto peso, el geai rare -pero- "asistentado" y "asesinato" se deslizan uno sobre otro. No se puede decir que aquí las palabras tengan su peso, porque "el sucio asesinato"...

Sr. Primeau: Su peso, en la medida en que no es reflexivo.

Dr. Lacan: ¿Es decir que usted no les añade su reflexión?

Sr. Primeau: No, emergen, llegan espontáneamente, a ráfagas, a veces espontáneamente.

Dr. Lacan: ¿A ráfagas?

Sr. Primeau: A ráfagas. Exactamente, pensaba, precisamente, que quizás había una relación racional, aunque no sea emergente, una relación entre sucio asesinato, sucio asistentado, y sucio "assistanat". Pero luego, estas contracciones de palabras entre "asesinato" y "asistentado"... Me interesé? también, por las contracciones de las palabras. Por ejemplo, había conocido a Béatri Sarmeau, que es una cantante. La conocí al ir a escucharla al teatro V. Santa Beatriz es el 13 de febrero. Me acordé de esto mirando mi diccionario-no mi diccionario, mi calendario-y como ella me había pedido que volviera para escucharla, porque le había dicho cosas bastante bellas sobre su espectáculo, había escrito un deseo: "Del espacio en el que la leo, no se es Beatriz en fiesta" (ne s'est pas Béatrice en fête). Había escrito dixt, diez días: a la vez, el hecho de que eran diez días que habría podido desear, la distancia entre trece y veintitrés, diez, y la formulación, no lo había dicho (dit), porque es espacio de diez (dix) días pasó sin que hubiera una fiesta.

Dr. Lacan: En fiesta, ¿qué quiere decir? ¿Era esa la fiesta?

Sr. Primeau: Era la fiesta. En el deseo, sólo era esta palabra la que estaba contraída. Hay otra palabra como aplallado que es a la vez aplastado y estallado. Había escrito una poesía que llamaba Venurio, que es una contracción de Venus y Mercurio. Era una especie de elegía. Pero ahora no la tengo aquí, porque... Había también la palabra caer (choir) que escribía choixre, para expresar la noción de caída (chute) y la noción de elección (choix).

Dr. Lacan: ¿Y aparte de Hélène, para llamarla por su nombre, y el Venurio, que le "venurió"? Cuénteme eso.

Sr. Primeau: Entonces vino Claude Tours, a quien conocí en C.

Dr. Lacan: Cuénteme un poco más.

Sr. Primeau: También ella era poetisa. Trabajaba en el piano sola, a cuatro manos, bailaba, diseñaba.

Dr. Lacan: ¿También ella estaba iluminada?

Sr. Primeau: Cuando la conocí tenía su belleza. Estaba muy marcada por los medicamentos que tomaba. Su cara se había abotargado. Más tarde, seguí viéndola, después de su salida. Estaba delgada, tenía una belleza luminosa. Siempre me atraen esas bellezas. Estoy buscando una personalidad aquí en esta sala... Quizás esa señora... que lleva el fulard rojo, de ojos azules. Lástima que lleve maquillaje.

Dr. Lacan: Entonces ¿ella se parecía a esta señora?
Sr. Primeau: Se le parecía un poco, sí. Pero Claude no se maquillaba. Esa señora se ha puesto polvos.

Dr. Lacan: ¿Y a usted también se le ocurre alguna vez maquillarse?

Sr. Primeau: Sí, alguna vez. Se me ocurrió, sí (sonríe). Se me ocurrió a los diecinueve años, porque tenía la impresión... Estaba acomplejado sexualmente... Porque la naturaleza me había dotado de un falo muy pequeño.

Dr. Lacan: Hábleme un poco de eso.

Sr. Primeau: Tenía la impresión de que mi sexo se iba encogiendo, y de que me iba a convertir en una mujer.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Tenía la impresión de que me iba a convertir en un transexual.

Dr. Lacan: ¿Un transexual?

Sr. Primeau: Es decir, a sufrir una mutación desde el punto de vista sexual.

Dr. Lacan: ¿Y eso qué quiere decir? ¿Ha tenido la sensación de que iba a convertirse en una mujer?

Sr. Primeau: Sí. Tenía determinados hábitos, me maquillaba, tenía esa impresión angustiante de encogimiento del sexo, y al mismo tiempo la voluntad de saber qué es una mujer, para intentar entrar en el mundo de una mujer, en la psicología de una mujer, y en la expresión intelectual, psicológica, de una mujer.

Dr. Lacan: Usted esperó... Es, con todo, una especie de esperanza .

Sr. Primeau: Era una esperanza y una experiencia.

Sr. Lacan: Es una experiencia... de que, no obstante, usted tiene un órgano masculino. ¿Sí o no?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Bien, entonces, ¿en qué sentido dice que era una experiencia? Era más bien del orden de la esperanza. ¿En qué sentido sería una experiencia?

Sr. Primeau: Esperando que fuese experimental.1

Dr. Lacan: Es decir, que usted "esperaba experimentar", para jugar de nuevo con las palabras. Pero la cosa se quedó en el estadio de la esperanza... En fin, ¿usted nunca sintió que era una mujer?

Sr. Primeau: No.
Dr. Lacan: ¿Sí o no?

Sr. Primeau: No. ¿Puede repetir la pregunta?

Dr. Lacan: Le he preguntado si usted había sentido que era una mujer.

Sr. Primeau. Psicológicamente, sí. Con esa especie de intuición de...

Dr. Lacan: Sí, excuse, de intuición. Porque las intuiciones son imágenes que pasan súbitamente, ¿se ha visto alguna vez mujer?

Sr. Primeau: No, me vi mujer en sueños, pero voy a intentar.. .

Dr. Lacan: Se vio mujer en sueños. ¿Que entiende por “sueño”?

Sr. Primeau: ¿Sueño? Sueño de noche.

Dr. Lacan: De todos modos usted debe darse cuenta de que no es la misma cosa, el sueño de noche...

Sr. Primeau: Y el sueño despierto.

Dr. Lacan: Y el sueño que usted mismo llama despierto y al cual, si le he entendido bien, vinculaba la palabra impuesta. Bien. Eso que le ocurre de noche, a saber esas imágenes que se ven cuando se está dormido ¿es de la misma naturaleza que las palabras impuestas? Estoy hablando en términos muy aproximativos pero quizá tenga usted sus propias ideas sobre esto.

Sr. Primeau: No, no hay ninguna relación.

Dr. Lacan: Entonces ¿por qué definía como sueños las palabras impuestas?

Sr. Primeau: Las palabras impuestas no son un sueño, usted no me ha entendido bien.

Dr. Lacan: Le pido disculpas. He escuchado muy bien cómo usted usaba la palabra "sueño" en relación a esto. Añadiendo también "despierto", ha sido usted quien ha usado la palabra "sueño". ¿Usted recuerda haber utilizado la palabra "sueño"?

Sr. Primeau: Sí, usé esa palabra, "sueño", pero las frases impuestas están, por así decirlo, entre el círculo solitario y lo que agredo en la realidad. No sé qué forma parte del...

Dr. Lacan: Bien. ¿Entonces es este puente lo que agrede?

Sr. Primeau: Lo que agrede es el puente, sí.

Dr. Lacan: Entonces, esas palabras...

Sr. Primeau: No, son frases.

Dr. Lacan: Esas palabras que lo atraviesan, expresan su asesinato. Es más o menos lo que usted mismo dijo hace poco, por ejemplo: Quieren monarquizarme. Esto lo dice usted, pero es una palabra impuesta.

Sr. Primeau: Es una palabra impuesta.

Dr. Lacan: Bien. Esos que quieren monarquizarlo son personas a quienes usted insulta, usted los acusa de quererle monarquizar el intelecto. ¿Está de acuerdo?

Sr. Primeau: Sí, pero no sé si es...

Dr. Lacan: Una de dos, o las palabras surgen así, le invaden...

Sr. Primeau: Sí, me invaden.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Me invaden, emergen, no son reflexivas.

Dr. Lacan: Sí. Entonces es una segunda persona quien reflexiona ahí y añade lo que usted añadía al reconocer que usted desempeñaba ese papel. ¿Está de acuerdo?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: ¿Qué añade, por ejemplo? ¿Quieren monarquizarme el intelecto?

Sr. Primeau: Nunca se me ha ocurrido añadir frases a esta frase, Quieren monarquizarme el intelecto. Pero la realeza no está vencida o está vencida. No sé si...

Dr. Lacan: Usted mismo hace la distinción entre la palabra impuesta y las reflexiones que añade y, en general-no es el único caso-, agrega un "pero", como acaba de decir: "Pero la realeza está vencida"

Sr. Primeau: Quieren monarquizarme el intelecto, emergencia. Pero la realeza está vencida, es una reflexión.

Dr. Lacan: ¿Es decir, es suya, es de su propia invención?

Sr. Primeau: Sí, mientras que la emergencia se me impone. Me vienen así como una especie de pulsiones intelectuales, que nacen violentamente y que vienen a imponerse a mi intelecto.

Dr. Lacan: ¿En el transcurso de nuestra conversación...?

Sr. Primeau: He tenido muchas.

Dr. Lacan: Quizá podría reconstruirlas.

Sr. Primeau: Quieren matarme los pájaros azules.

Dr. Lacan: Quieren matarme los pájaros...

Sr. Primeau: ...Los pájaros azules. Quieren agarrarme, quieren matarme.

Dr. Lacan: ¿Quiénes son los pájaros azules? ¿Están aquí los pájaros azules?

Sr. Primeau: Los pájaros azules.

Dr. Lacan: ¿Qué son los pájaros azules?

Sr. Primeau: Al principio, era una imagen poética, relacionada con el poema de Mallarmé, L'Azur, luego el pájaro azul era el cielo, el azul infinito. El pájaro azul era el infinito azul.

Dr. Lacan: Sí, continúe.

Sr. Primeau: Es una expresión de infinita libertad.

Dr. Lacan: Entonces ¿qué es? Traduzcamos "pájaro azul" por "infinita libertad". ¿Son las "infinitas libertades" las que quieren matarle? Es preciso saber si las "infinitas.libertades" quieren matarle. Continúe.

Sr. Primeau: Vivo sin límites. No tengo límites...

Dr. Lacan: Es preciso saber bien si usted vive sin límites o si está en un círculo solitario, porque la palabra "círculo" implica más bien la idea de limite.

Sr. Primeau: Sí, y de una tradición a nivel de...

Dr. Lacan: La imagen del círculo solitario...

Sr. Primeau: ¿A nivel del sueño, a nivel de lo no imaginativo creado por mi intelecto?

Dr. Lacan: No, pero es preciso ir hasta el fondo de las cosas.

Sr. Primeau: Es muy difícil. porque...

Dr. Lacan: ¿Qué es lo que usted crea? Para usted la palabra "crear" tiene un sentido preciso.

Sr. Primeau: Desde el momento que esto emerge de mí, es una creación. Es más o menos así. No hace falta liarse. No hay contradicción entre el hecho de hablar de estos círculos solitarios y el vivir sin límites. Para mí no hay contradicción. ¿Cómo explicárselo? Estoy en un círculo solitario porque estoy en ruptura con la realidad. Es por esto que hablo de círculo solitario Pero esto no me impide vivir, a nivel imaginativo, sin límites Es Justamente por no tener límites que tiendo a dispersarme un poco, a vivir sin limites, y si uno no tiene límites que lo paren ya no puede funcionar en la lucha. Ya no hay más lucha.

Dr. Lacan: Usted distinguía, hace un momento, el mundo de la realidad, de la que usted mismo dice que está hecha de cosas como éstas, esta mesa, esta silla. Bien. Me ha parecido también que indicaba que lo considera como todo el mundo, que lo concibe a nivel de sentido común. Entonces, interroguémonos sobre este punto. ¿Acaso crea usted otros mundos? La palabra "crear"...

Sr. Primeau: Creo mundos a través de mi poesía, a través de mi palabra poética.

Dr. Lacan: Sí, y las palabras impuestas crean mundos.

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Eso era un problema.

Sr. Primeau: Sí, crean mundos. Crean mundos, y la prueba es que...

Dr. Lacan: ¿La prueba es que...?

Sr. Primeau: Acabo dé decirle que Quieren matarme el pájaro azul implica un mundo en el que estoy sin límites. Se vuelve, yo vuelvo a mi círculo solitario, donde vivo sin límites. Es confuso, lo sé, pero estoy muy cansado.

Dr. Lacan: Acabo de hacerle notar que el círculo solitario no implica vivir sin límites, porque usted está limitado por ese círculo solitario.

Sr. Primeau: Sí, pero a nivel de este círculo solitario vivo sin límites. Pero a nivel de lo real, vivo con límites, porque estoy limitado, aunque sólo fuese por mi cuerpo.

Dr. Lacan: Sí. Todo esto es muy cierto, por el hecho de que el círculo solitario está limitado.

Sr. Primeau: Está limitado en relación con la realidad tangible, pero esto no impide que en medio de ese círculo se viva sin límites. Usted piensa en términos geométricos.

Dr. Lacan: Yo pienso en términos geométricos, es cierto, mientras que usted no. Pero es vivir sin límites lo que es angustiante. ¿No? ¿No le angustia esto?

Sr. Primeau: Es verdad que me angustia. Pero no consigo liberarme de este sueño o de este hábito.

Dr. Lacan: Bien. Dicho esto, le ha ocurrido un tropiezo que ha motivado su ingreso aquí. Si entendí bien, ha sido un intento de suicidio. ¿Qué le empujó a eso? ¿Fue su amiga Claude de la que hablábamos antes?

Sr. Primeau: No, no, no, no. Fue a causa de la telepatía.

Dr. Lacan: Exactamente. Aún no habíamos abordado esa palabra. ¿Qué es la telepatía?

Sr. Primeau: Es la transmisión del pensamiento. Soy telépata emisor.

Dr. Lacan: ¿Es usted emisor?

Sr. Primeau: Quizá no me oye.

Dr. Lacan: No, le oigo muy bien. Usted es un emisor telepático. En general, la telepatía es del orden de la recepción, ¿no? ¿La telepatía le advierte de lo que ha ocurrido?

Sr. Primeau: No, eso es clarividencia. La telepatía es la transmisión del pensamiento.

Dr. Lacan: Entonces, ¿a quién transmite usted?

Sr. Primeau: No transmito ningún mensaje a nadie. Lo que pasa a través de mi cerebro es oído por determinados telépatas receptores.

Dr. Lacan: Por ejemplo, ¿soy yo receptor?

Sr. Primeau: No lo sé.

Dr. Lacan: No soy muy receptor, porque es evidente que vacilo en su sistema. Las preguntas que le he hecho prueban que era justamente de usted de quien deseaba las explicaciones. Así, pues, no he recibido todo lo que supone eso que, provisionalmente, llamaremos "su mundo".

Sr. Primeau: Un mundo a mi imagen.

Dr. Lacan: ¿Pero existen esas imágenes?

Sr. Primeau: Sí.

Dr. Lacan: Pero es usted quien las recibe, puesto que es quien las ve.

Sr. Primeau: La telepatía se hace a nivel de la palabra. La frase emergente y las reflexiones que yo puedo tener, porque de vez en cuando me ocurre que tengo algunas...

Dr. Lacan: Sí, usted reflexiona constantemente sobre sus frases.

Sr. Primeau: No, no reflexiono siempre sobre las frases, sino que reflexiono sobre diversos temas. No sé qué es lo que transporta la telepatía, pero no son imágenes lo que transmite la telepatía. Al menos lo supongo porque no soy a la vez yo y otro al mismo tiempo.

Dr. Lacan: Sí. ¿Pero en qué ve usted que el otro las recibe?

Sr. Primeau: Por sus reacciones. Si alguna vez los agredo, si alguna vez digo cosas que no me parecen... Los médicos me han formulado muchas veces esa pregunta. Es un razonamiento que hago. Cuando voy a casa de alguien me doy cuenta si su rostro se contrae, o si hay diferencia en la expresión, pero no tengo una conciencia perfectamente objetiva, científica, del hecho de que determinadas personas me reciban.

Dr. Lacan: Yo, por ejemplo, ¿lo he recibido?

Sr. Primeau: No creo.

Dr. Lacan: ¿No?

Sr. Primeau: No.

Dr. Lacan: Porque las preguntas que le he hecho demostraban que vacilaba. ¿Quién ha recibido, aquí, aparte de mí?

Sr. Primeau: No lo sé, no he tenido tiempo de mirar a las personas. Por otro lado, el auditorio de los psiquiatras, que están acostumbrados a concentrarse y a no reaccionar... Es sobre todo con los enfermos que veo.

Dr. Lacan: ¿Sus compañeros del hospital?

Sr. Primeau: Exacto.

Dr. Lacan: ¿Desde cuándo dura la telepatía, es decir, esta contracción a partir de la cual usted nota que han estado recibiendo alguna cosa?

Sr. Primeau: Desde marzo de 1974, cuando G. me diagnosticó un delirio paranoide.

Dr. Lacan: ¿Usted cree en este delirio paranoide? Yo no le encuentro delirante.

Sr. Primeau: En esa época era así. Por entonces estaba muy excitado, quería...

Dr. Lacan: ¿Quería?

Sr. Primeau: Quería salvar a Francia del fascismo.

Dr. Lacan: Sí, continúe.

Sr. Primeau: Escuchaba la transmisión de Radio France-Inter, a las diez, y al mismo tiempo hablaba. En un determinado momento Pierre Bouteiller dijo, al margen de su emisión: "No sabía que tenía oyentes que tuviesen esos dones". Es así cómo tomé conciencia de que me podían oír en la radio.

Dr. Lacan: ¿Tuvo la sensación, en aquel momento, de que podían oírle en la radio?

Sr. Primeau: Sí. Y tengo también otra anécdota, de cuando tuve mi intento de suicidio. Había una emisión, "Radioscopie". Reflexionaba, y... En un momento dado hablaban, y reían como entendiéndose entre ellos, y yo hablaba, ya no recuerdo qué era lo que decía, pero al final dijeron: "Esto es lo que quiero decirle a un poeta anónimo". Quizá no fuese exactamente así, era una especie de indiferencia, que no es la indiferencia, la indiferencia. Hablaron del poeta anónimo. En otra ocasión en "Radioscopie" había otro invitado, que era Roger Fressoz, el director del "Canard Enchaîné". Fue después de mi intento de suicidio. Hablaban, justo al final de la entrevista, del anticlericalismo, y dije: "Roger Fressoz es una santa". Los dos estallaron de risa, en la radio, de un modo que no tenía ninguna relación con lo que decían, y oí en un tono un poco más bajo: "Podríamos admitirle en el 'Canard Enchaîné' ". ¿Fue sólo el fruto de mi imaginación, o me oyeron de verdad? ¿Eran telépatas receptores, o es pura imaginación, una creación?

Dr. Lacan: ¿No puede decidir?

Sr. Primeau: No.

Dr. Lacan: Entonces, ¿fue a causa de esta telepatía de emisión, muy distinta de la clarividencia, que usted hizo ese intento?

Sr. Primeau: No, no fue a causa... Insultaba a los vecinos, era muy agresivo.

Dr. Lacan: ¿Usted los insultaba?

Sr. Primeau: Porque con demasiada frecuencia hacían escenas domésticas. Una tarde volvía de D, y...

Dr. Lacan: ¿Y qué?

Sr. Primeau: Tenía muchos medicamentos.

Dr. Lacan: Sí.

Sr. Primeau: Ya estaba muy angustiado porque se pudiesen oír algunos de mis pensamientos.

Dr. Lacan: Sí. ¿Por qué esos insultos eran insultos en el pensamiento?

Sr. Primeau: En el pensamiento, sí. No era cara a cara. Era el apartamento de arriba. Estaba a punto de agredirles y les oí gritar: "El señor Primeau está loco, hay que encerrarlo en un manicomio", etcétera.

Dr. Lacan: ¿Es esto lo que determinó su...?

Sr. Primeau: Estaba muy depresivo. Estaba muy angustiado ya por el hecho de saber que determinadas personas pueden percibir algunos pensamientos o algunos fantasmas, más o menos estrafalarios, de otras personas. Al mismo tiempo escuchaba la radio y contaba cosas bastante banales e insignificantes. En la radio tuve también la impresión de que me oían y se mofaban de mí. Verdaderamente no podía más, porque desde hacía un tiempo, a causa de esta telepatía, tenía otros vecinos insultados que me miraban mal. De repente, tuve ganas de suicidarme, y tomé.. .

Dr. Lacan: No, pero... ¿qué resuelve que usted se suicide?
Sr. Primeau: Es una fuga... Para escapar de mi angustia. Mientras que, intelectualmente, estaba contra la mentalidad suicida. Tenía una frase: "La vida como medio de conocimiento" En todos los momentos de desesperación que he tenido desde que estoy enfermo, a los quince años, tengo siempre esta frase que me volvía: "Si muero, hay cosas que no puedo conocer". Creo en la reencarnación, pero no en el Paraíso.

Dr. Lacan: ¿Cree en la reencarnación?

Sr. Primeau: Creo en la metempsicosis. En un determinado momento, a los dieciocho años, pensaba que era la reencarnación de Nietzsche.

Dr. Lacan: ¿Pensaba que era la reencarnación de Nietzsche? Sí... ¿por qué no?

Sr. Primeau: Sí, y cuando tenía veinte años descubrí a Artaud. A los diecisiete años leí El ombligo de los limbos y me compré las Obras Completas de Artaud. Y a los veinte años más o menos tuve la impresión de que era la reencarnación de Artaud. Artaud murió el 4 de marzo de 1948. Yo nací el 10 de setiembre de 1948. El nació el 4 de setiembre de 1896 y los dos éramos del signo Virgo. Y como había esta distancia de marzo a setiembre, tenía la impresión de que su espíritu y su alma habían migrado, durante seis meses, y que esa alma, ese espíritu, se habían reencarnado en mí, cuando nací, el día 10 de setiembre de 1948.

Dr. Lacan: ¿Usted cree de verdad en estas cosas?

Sr. Primeau: Ahora ya no creo ser la reencarnación de Artaud o de Nietzsche, pero todavía sigo creyendo en la reencarnación porque, de pequeño, tuve un sueño que era una especie de doble reencarnación, un sueño en la noche, un sueño nocturno. Debía de tener ocho o nueve años. A esa edad, uno no ha leído los libros de la metempsicosis. En ese sueño me encontraba en la Edad Media, tenía la impresión de haber vivido ya en la Edad Media. Al mismo tiempo, en ese sueño, me encontré en un castillo un tanto en ruinas y, en el sueño, también soñaba.

Dr. Lacan: Sí, un sueño en un sueño.

Sr. Primeau: Y pensaba que ya había visto ese castillo antes, en la otra vida, antes de la Edad Media. Recuerdo que conocía ya ese castillo, aunque estuviese un poco en ruinas.

Dr. Lacan: ¿Entonces ese castillo era de antes de la Edad Media?

Sr. Primeau: Quizás en la época de la Edad Media la vida no superaba los treinta y cinco o cincuenta años. Quizás el sueño del sueño también era de la época medieval, y quizá transcurrieron cincuenta o cien años para que el castillo se arruinara un poco. Pero esto es una hipótesis que yo hago, pero que en el sueño no está formulada de ninguna manera.

Dr. Lacan: Es una hipótesis que usted formuló.

Sr. Primeau: Tuve fenómenos de levitación. Fui formado muy joven, a los once años. Un día...
Dr. Lacan: ¿Qué entiende por "ser formado"? ¿Tenía erecciones?

Sr. Primeau: Exacto.

Dr. Lacan: ¿Entonces?

Sr. Primeau: Tuve un sueño de levitación.

Dr. Lacan: Sí, cuente.

Sr. Primeau: Me estaba masturbando y tuve un despliegue de goce extremo. Tuve la sensación de elevarme en el aire. ¿Me elevé verdaderamente, o es una ilusión del orgasmo? Desde el punto de vista del pensamiento, pienso verdaderamente que entré en levitación.

Dr. Lacan: Sí, esperemos... (Silencio). Dígame, ¿qué va a hacer ahora?

Sr. Primeau: Voy a seguir intentando cuidarme. ¿Ahora? ¿Inmediatamente, o en el futuro?

Dr. Lacan: En el futuro.

Sr. Primeau: No tengo idea alguna, no tengo ningún proyecto para el futuro.

Dr. Lacan: Aún tiene que terminar los estudios.

Sr. Primeau: No, ya no estudio.

Dr. Lacan: ¿Actualmente, no trabaja en ninguna parte?

Sr. Primeau: No, no trabajo.

Dr. Lacan: Pero de todos modos algún día hay que salir del hospital. ¿Cómo piensa volver a empezar?

Sr. Primeau: Si consigo desangustiarme, encontrar una posibilidad de diálogo... Siempre habrá ese fenómeno de telepatía que me perjudicará, porque no podré actuar, todas mis acciones serán pronto reconocidas por telepatía por aquellos que me oyen, incluso sin oírme... No podré vivir en la sociedad mientras exista esta telepatía. No podré vivir en la vida social, en la corriente social, sin ser prisionero de esta telepatía. La gente oye mis pensamientos, no podré tener un trabajo en la vida corriente, no es posible. Lo que más me tortura...

Dr. Lacan: ¿Desde cuándo está un poco mejor?

Sr. Primeau: Desde hace quince días. He tenido muchas entrevistas con los psiquiatras, y esto me ha desbloqueado un poco. Pero desde el momento en que mi jardín secreto es percibido por determinadas personas, que mis pensamientos y mis reflexiones son...

Dr. Lacan: ¿Su jardín secreto, es el círculo solitario?

Sr. Primeau: Jardín secreto donde las reflexiones son las imágenes, o las reflexiones que puedo tener sobre diferentes temas, etcétera... ¿Cómo es posible tener una actividad profesional si una parte de quienes te rodean perciben tus reflexiones y entran en cortocircuito? Incluso si uno vive de una manera completamente inmediata, hay cosas... Si me llevaran a un círculo de estudios para dirigir a las personas, y fuese oído, no sería posible vivir. Hace aproximadamente un mes estaba realmente mal. Permanecía constantemente estirado en mi cama. Estaba destrozado. Pensaba en suicidarme otra vez, porque no se puede vivir con esta telepatía, que no siempre ha existido, y que nació en el momento...

Dr. Lacan: ¿Qué es lo que no ha existido siempre? ¿Las palabras impuestas son de antes?

Sr. Primeau: Las palabras impuestas y la telepatía empezaron en marzo de 1974... al mismo tiempo que el delirio paranoide, cuando quería combatir a los fascistas, etcétera, con el pensamiento.

Dr. Lacan: En el momento en que veía a H...

Sr. Primeau: Sólo lo vi una vez.

Dr. Lacan: En ese momento ¿tenía fenómenos del tipo de palabra impuesta, o telepáticos?

Sr. Primeau: No, no era eso. Por otra parte, cuando volví a ver a mi psiquiatra G, a mi regreso de O, me dijo: "Su telepatía..." Tuve veinticinco electronarcosis, trece en N., y doce en O. Estoy cada vez más angustiado. Ya no consigo concentrarme. Con esas electronarcosis se dañaban las células.

Dr. Lacan: Es lo que usted piensa. Su drama de estar enfermo, es la electronarcosis.

Sr. Primeau: Estas electronarcosis me las han hecho para curarme, porque estaba verdaderamente delirante. Me han hecho no pocos tests en mi vida. Cuando me llevaron a la clínica de M, deliraba tanto... Intelectualmente oía voces que me hacían preguntas sobre la Francia fascista. Tenía la impresión de estar en la Facultad de Filosofía o de Matemáticas? no sé, no logro concentrarme ya. Creía que los fascistas habían tomado por asalto la sede de la ORTF. Con el pensamiento hacía que Jean-Claude Bourret y Jean Ristat se mataran estrangulándose entre sí. En esa época tenía la obsesión de la fraternidad... Respondía con símbolos matemáticos. Tenía la impresión de que me formulaban preguntas, y yo tenía que responder para salvar a Francia del fascismo. Me hacían preguntas, y esas respuestas, las daba abiertamente, eran series matemáticas o de símbolos poéticos. No puedo recordarlo. Es por esto que diagnosticaron un delirio.

Dr. Lacan: En resumen, ¿quién tiene razón, los médicos o usted?

Sr. Primeau: No sé.

Dr. Lacan: Se pone en las manos de los médicos.

Sr. Primeau: Me pongo en sus manos, intentando conservar mi libre arbitrio.

Dr. Lacan: ¿A usted le parece que le da un lugar serio al libre arbitrio? En lo que me ha contado, usted padece, usted padece de ciertas cosas que se le escapan.

Sr. Primeau: Sí, pero...

Dr. Lacan: ¿Sí, pero...?

Sr. Primeau: Tengo tal esperanza, esperanza de recobrar mi poder de juicio, mi poder de diálogo, un poder de control de la personalidad. Creo que es el problema más crucial. Como le dije al principio, el hecho es que no logro discernirme, no logro controlarme.

Dr. Lacan: Bien, amigo mío, hasta la vista (el doctor Lacan le estrecha la mano). Estaría contento de tener algunas muestras de sus...

Sr. Primeau: ¿De mis escritos?

Dr. Lacan: Nos veremos dentro de algunos días.

Sr. Primeau: Gracias, señor (sale).

Dr. Lacan: Cuando entramos en detalles, vemos que los tratados clásicos no agotan el problema. Hace un mes y medio examiné a alguien a propósito de quien se habló de psicosis freudiana. Esto es una psicosis "lacaniana"... verdaderamente caracterizada. Con esas "palabras impuestas", lo imaginario, lo simbólico y lo real. Es precisamente por eso por lo que no soy muy optimista con respecto a este muchacho. Tiene la sensación de que las palabras impuestas se han agravado. La sensación que llama "telepatía" es un paso ulterior. Por otro lado está esa sensación de ser observado que provoca su desesperación. No veo cómo va a salir de esto. Hay intentos de suicidio que acaban teniendo éxito. Sí. Es un cuadro de los que no encontramos descritos, incluso en los buenos clínicos, como Chaslin. Es para estudiarlo.