martes, enero 25, 2011

 Nuevos síntomas en la adolescencia. Alexandre Stevens (Bruselas)



Cuando se habla de nuevos síntomas entendemos esta expresión en el sentido de nuevos síntomas hoy, nuevos en el sentido de históricamente nuevos y eso es legítimo, los síntomas evolucionan más que la relación al fantasma que queda más bien fija. Lo que evoluciona es la envoltura formal del síntoma, es decir, los semblantes, los significantes que evolucionan en el contexto cultural. Por el contrario la relación al goce, al objeto pulsional cambia mucho menos. Entonces, es la parte del síntoma que tiene que ver con la relación a la cultura la que se mueve junto con ella. De todas formas veremos que lo que nosotros podemos llamar los nuevos síntomas en la adolescencia presentan el interés que podemos ver en el movimiento que concierne al goce. Remarquemos por otra parte que los síntomas han evolucionado para nosotros según la forma en que nosotros consideramos la estructura.
Clásicamente, el síntoma psicoanalítico tal como es descripto por Freud, y retomado por Lacan desde el inicio de su enseñanza, es una formación localizada en la vida psíquica de un sujeto. Es una fobia, una parálisis histérica, un pensamiento obsesivo, que algunas veces puede tomar una gran importancia, incluso invadir con sus consecuencias la vida del sujeto -piensen por ejemplo las obsesiones del Hombre de las Ratas que lo acosan sin cesar-, de todas formas desde el punto de vista de la organización psíquica es un fenómeno que podemos decir localizado, que por otro lado, para nosotros tiene un cierto sentido o por lo menos llama a una apertura de sentido, es decir, que participa de una formación del inconsciente, que llama a ser interpretada para poder adquirir un sentido nuevo.
Ahora bien, algunos de los nuevos síntomas -tomaré algunos ejemplos como la toxicomanía, la anorexia y la bulimia, la violencia de los adolescentes- aparecen mucho menos como fenómenos localizados porque están menos vestidos de una estructura formal, están menos vestidos de la envoltura significante y por el contrario parecerían extenderse a la vida entera del sujeto como una forma, un modo de goce organizado por el sujeto. Además, desde el inicio parecen fuera de sentido.
Jaques Alain Miller remarcó en su curso de hace dos años, cómo este aspecto en donde el síntoma toca la vida del sujeto ha interpelado rápidamente al psicoanalista. Nos decía que a partir del Seminario XX de Lacan, su enseñanza en esta época es la que conviene mejor para hablar de estos nuevos síntomas, mucho más que lo que Lacan nos enseñaba en la primera época de su enseñanza. En la primera época de la enseñanza de Lacan, si queremos despejar la estructura del síntoma tenemos la estructura del discurso del amo -que Lacan también llama discurso del inconsciente-. Es esta estructura del discurso del amo que da la estructura del síntoma, el síntoma apareciendo bajo el significante que pide ser interpretado y que por otro lado propone una interpretación él solo: es el inconsciente mismo que interpreta, el retorno de lo reprimido ya es una interpretación de lo reprimido. Esa es la pequeña estructura S1- S2 que da la dirección del sentido del síntoma, el síntoma al mismo tiempo como rasgo que representa al sujeto y que fija un elemento de goce, el objeto plus de gozar de Lacan. Que el síntoma fije un elemento de goce se presenta desde el inicio del trabajo de Freud, pero lo que Miller llama la segunda clínica de Lacan, aquella que comienza con el Seminario XX, el síntoma toma otra forma -es Miller quien lo describe así en su curso "Los signos del goce"- el síntoma es un S1 solo, lo que sitúa como rasgo, pero como un rasgo fuera del sentido porque no lo envía a otro significante para dar su significación, entonces un uno solo, es una forma de goce.
Con la última clínica de Lacan, el síntoma es goce incluso si al mismo tiempo es significante. El síntoma de la última época de Lacan combina por este hecho la función que nosotros llamamos precedentemente síntoma y el fantasma, presentándose de una forma generalizada en la vida del sujeto como una forma de vida, un modo de existir, un modo de relación al goce que incluye al Otro del significante. Entonces estos llamados nuevos síntomas que nombramos: toxicomanía, bulimia y anorexia, se presentan primero como modos de goce.
Los nuevos síntomas
Voy a retomar esto de los nuevos síntomas pero antes quisiera hacer un señalamiento. Nuevos síntomas, también se puede entender esta expresión en un sentido que no es solamente histórico para la cultura, sino en el sentido histórico para un sujeto. Un sujeto tenía un síntoma y un día surge un nuevo síntoma para este sujeto. Ahora bien, justamente para un sujeto la adolescencia es exactamente eso, el surgimiento de una novedad, es decir, que ella misma es un nuevo síntoma al cual se introduce el sujeto.
Hace un tiempo hice un texto que creo está traducido al español como "La adolescencia, síntoma de la pubertad". En aquel momento yo presenté las cosas a partir del curso que sostenía Miller en aquella época, en donde presentaba el síntoma bajo esta nueva fórmula: cómo eso que para todo sujeto viene al lugar de la no-relación sexual, y él lo escribía con el conjunto vacío para decir la falta en el saber, ya que es tal vez la manera más simple para comprender la no-relación sexual. Lo que Lacan llamó así es la falta de saber sobre el sexo en lo real, el defecto del instinto sexual. Ahí donde los animales tienen el instinto para el sexo, los hombres no tienen nada y entonces no saben por la naturaleza qué es lo que un chico y una chica tienen que hacer juntos. La bella fábula clásica de Dafnis y Cloe cuenta esto justamente, que en la pubertad vuelve a surgir esta cuestión de la no-relación sexual. Podríamos decir entonces que la pubertad es uno de los nombres de la no-relación sexual, es uno de los momentos en la existencia en donde el sujeto se encuentra de una forma viva con esta cuestión.
Entonces, en aquel momento yo presentaba en aquel texto a la adolescencia como siendo la forma sintomática de respuesta del surgimiento de lo real que es la pubertad. Ahora bien, ¿cuál es, o qué es este real de la pubertad? Podríamos decir un empuje hormonal en el sentido de la investidura de un nuevo órgano fuera del cuerpo: la libido -es Lacan quién decía que la libido es un "órgano fuera del cuerpo"-, pero el empuje hormonal en la medida en que está marcado por el lenguaje, no es entonces el empuje biológico.
Por otro lado en el prefacio a El despertar de la primavera, Lacan dice a propósito de los adolescentes que comienzan a pensar en las chicas, que seguramente está todo el empuje hormonal que se quiera pero ellos no pensarían sin el despertar de sus sueños, es decir, no pensarían sin sus sueños, sus conversaciones, sus charlas en donde aparecen todas estas cuestiones que son las que los emocionan. Pero lo real de la pubertad también es la aparición de los caracteres sexuales, incluso aquellos que se llaman secundarios, es decir, la modificación de la imagen del cuerpo. Entonces, es en estos dos planos -el del cuerpo como objeto pulsional y el del cuerpo como imagen- que la pubertad viene a trastocar, a conmover al sujeto.
A partir de lo enunciado se plantea entonces la cuestión de la salida posible de la adolescencia para un sujeto ¿cómo puede tratar ese real para darse una nueva estabilidad en la existencia? En este sentido hay salidas posibles para la adolescencia pero también es posible no salir totalmente y entonces la adolescencia se prolonga, o bien deja lugar a estos nuevos síntomas.
Entonces quisiera en primer lugar decirles algunas palabras sobre lo que es la salida de la adolescencia, ya que se podría decir que la salida de la adolescencia es el nuevo síntoma normal. La salida de la adolescencia, para decirlo brevemente con el Seminario V de Lacan y con la lectura que hace de él J.-A. Miller, da una indicación de lo que sería la salida de la adolescencia a partir del esquema R. En el esquema R se sitúa el esquema L de Lacan reduplicando la línea del eje imaginario y ahí Lacan articula el sujeto en su dimensión de yo (moi), de imagen del cuerpo, del sentimiento que él tiene de sí mismo, de la identificación (esto lo acabo de desarrollar en la conferencia dada en la Facultad de Psicología, en donde articulé la relación al sentimiento de la vida). Lacan dice -como lo desarrolla Miller también- que se trata de que el sujeto le encuentre a su yo otra forma y hace falta para eso que se oriente hacia gran I, hacia el Ideal del Yo.
También es posible otra elección. La otra elección es que se oriente hacia el falo como imaginario, esta es una elección que se hace en la adolescencia. Es una elección que se hace en la adolescencia y no antes por una razón estructural, porque es en este momento que el sujeto se orienta en este sentido.
Hay ciertos comportamientos que pueden desorientarnos y tenemos que evitar considerar como una perversión el comportamiento que nos parece perverso y especialmente cuando se trata de la violencia. La perversión es una elección particular que consiste en apoyarse de manera muy fuerte en el semblante imaginario que, al presentárselo al otro con certeza, producirá en ese otro una división.
Esta noche me interesa más la otra elección, es decir la salida de la adolescencia, poder constituirse un nuevo Ideal del Yo. Para decirlo simplemente, es hacer una nueva elección con el significante: un nombre, una profesión, un ideal, una mujer, una misión en el mundo. Si digo una misión, no piensen que podría virar hacia la psicosis, se habla de misión en el sentido de "ponerse al servicio de", es decir, hacerse un síntoma con su envoltura significante con el cual se pueda tener una satisfacción. Esto lo podemos discutir, pero me parece que de una forma bastante clara da una idea de lo que es la salida de la adolescencia, es decir, acomodarse estando decidido a hacer algo de su vida. No nos tenemos que olvidar que este punto gran I, este punto Ideal del Yo, está orientado por la función paterna, está orientado por el padre y entonces hay en nuestro mundo de hoy una dificultad suplementaria para los adolescentes desde que esa función del padre aparece más degradada que antes. No es tanto que el padre falle más que antes, es que la función paterna en el mundo está tocada. Lacan no dice que la función paterna debería estar intacta, incluso tiene una frase extraordinaria: "Pasarse del padre a condición de servirse de él".
Entonces toda la cuestión es saber cómo a pesar del déficit de la función paterna alguien puede servirse del padre. Déficit de la función paterna quiere decir que el padre aparece mucho más que antes como un semblante. Lo que dice Lacan es que aunque el padre sea un semblante, esto no debería impedir servirse de él, sin creer en él pero sirviéndose de él. Por eso es que hay un gran número de adolescentes que se las arreglan bastante bien. Pasarse del padre a condición de servirse de él, no quiere decir evidentemente, desrealizar la voluntad del padre, ni tampoco no obedecerle y ni siquiera identificarse completamente a él. Yo encuentro que esta frase de Lacan a propósito del padre es muy buena y muy hermosa.
Jaques Brel, cantante francófono belga, en una de sus canciones, creo que se llama "Los Burgueses", evoca a los niños y dice: "él será farmacéutico porque papá no lo era ...", lo cual deja escuchar múltiples sentidos, podría ser entonces por oposición, podría ser para realizar el ideal que el padre no ha podido realizar, etc. Tenemos acá la idea de cómo se da la constitución de ese rasgo gran I, sirviéndose del padre para pasarse de él. Y cuando se presentan dificultades y el sujeto no logra esto, lo resuelve en los nuevos síntomas. Lacan, por otro lado, en su seminario evoca el pasaje de M a I y todas las situaciones intermedias, y de estas situaciones intermedias hay una que es muy clara, muy característica de la adolescencia: es la identificación a la banda de adolescentes.
Bueno, diré algunas palabras sobre cada uno de estos nuevos síntomas, primero sobre la estructura de conjunto.
Toxicomanía
Voy a tomar un caso clínico muy brevemente. Es un señor que he encontrado cuando tenía unos treinta años, un portugués que devino alcohólico al inicio de su adolescencia. Decía que eso había sucedido para no escuchar los gritos de sus padres que se peleaban. Con esto ha hecho un recorrido formidable porque sus padres se dieron cuenta que él tomaba en el sótano mientras ellos discutían, entonces cerraron el sótano con llave. Luego encontró la manera de hacer algo en la puerta para pasar de todas formas. Los padres volvieron a darse cuenta pero ya habían pasado dos o tres años más, entonces lo enviaron a Francia a la casa de su hermana para ponerlo a distancia del sótano paterno. Entonces explicó, que se adaptó muy bien a la vida de provincia, pasó del vino al pastis. Luego de esto tiene un recorrido de adolescente y luego de joven adulto sin domicilio fijo, errante, pero al mismo tiempo se encuentra muy reglado. Lo conocí en una presentación de enfermos, ahí le pregunté: "Durante todo este tiempo, ¿qué pasó con las mujeres?".
"Las mujeres -me dijo- ningún problema. Tuve una regularmente" y tenía un aire más bien de seductor este señor.
"Las he tenido regularmente, pero no estoy seguro de haber paseado una sola vez con una de ellas teniéndola por la mano, mientras que a mi botella siempre la tengo en la mano".
Si bien esto parece divertido al mismo tiempo sitúa de una manera muy clara el partenaire síntoma. Es el síntoma que el sujeto no larga, y en este caso se trata más bien de lo consumible más que del ideal o de la sexualidad.
Creo que es lo que está en juego en la toxicomanía en forma predominante, es lo consumible antes que el ideal o el sexo. Es un goce que, como dice Lacan evita pasar por "la cosita de hacer pipí". Es entonces un goce fuera del sexo y me he preguntado qué se podría escribir en el lugar del síntoma y lo que me planteo es que tal vez lo que convendría mejor es el cálculo de la dosis, el cálculo de la dosis incluyendo el mal cálculo, el juego con la muerte, que es en lo que podría consistir el mal cálculo. A pesar de que los pueda sorprender, encuentro que hay una cierta proximidad entre esta modalidad y la práctica deportiva de alto nivel, porque también está marcada por el cálculo, por el cálculo de la dosis, por el cálculo de la performance. En esto tanto el deporte como la toxicomanía son efectos del discurso de la ciencia y de la economía liberal. Y señalemos además que en el deporte de alto nivel la dosis no está para nada ausente porque existen dificultades con el dopping, las drogas para el rendimiento, pero aún sin tener en cuenta la cuestión del dopage, podemos pensar la dosis como el punto al cual el deportista debe llegar para estar listo, el punto al que está dispuesto a llegar para tratar a su cuerpo incluso hasta el dolor. Si estoy aproximando el toxicómano al deportista, es en relación a estos elementos de estructura. No es un juicio de valor. Yo preferiría de todas formas que mi hijo me diga: "Papá, tengo ganas de hacer deportes" a que me diga que la droga le resulta interesante. Si los aproximo es por este aspecto, para tratar de hacer entender cómo el goce toxicómano tiene su lugar a partir del discurso de hoy y sobre todo particularmente a partir del discurso de la ciencia.
Entonces, con respecto al matema de Lacan que escribí hace un momento en el pizarrón, el síntoma como la marca significante más el goce, esto está explícito en la toxicomanía, del lado del goce: el tóxico; del lado del S1, lo que yo llamo el cálculo de la dosis.
Una palabra sobre la anorexia y la bulimia
La anorexia y la bulimia también tienen una relación al consumo, pero más que con el consumo tienen que ver con la imagen. Hay un rasgo común del goce tanto en la anorexia y la bulimia como en la toxicomanía, es lo que del goce juega sobre el vacío y lo lleno, la falta y la dosis. En esto anorexia y bulimia también son un goce fuera del sexo y tienen en sí mismas la pulsión de muerte y el riesgo de la muerte, pero la diferencia es que toca más a la imagen. Diría que en la anorexia y la bulimia hay una pérdida de la imagen, pequeña i (a) como lo escribe Lacan, es decir, la imagen que se equivale al yo, es la imagen del cuerpo que no es satisfactoria para el sujeto, su envoltura corporal, o sea, su imagen, no es satisfactoria para envolver el cuerpo pulsional, entonces el sujeto trata de recuperar un cuerpo por el límite.
Es la tesis de Recalcati, psicoanalista italiano de Milán, que trabaja mucho con anoréxicos y bulímicos, y que considera que ponen en juego dos medios para recuperar un cuerpo: el anoréxico, apuntando a la contemplación del hueso y el bulímico por el vómito. En el lugar de la imagen del cuerpo, tenemos en estos casos una suerte de producción de objeto que limita el goce y encarna ese límite del goce: el hueso por un lado y el vómito por el otro. El cuerpo encuentra así una estabilidad entre exterior e interior.
En su curso El Otro que no existe, Miller habla de anorexia y bulimia y dice: "En el anoréxico y el bulímico, el Otro se reduce a ser el objeto". Si acá queremos escribir la fórmula del síntoma en el S1 iría el hueso de la anoréxica, es también el significante del cual ella habla y que trata de ubicar en el espejo, es el objeto que en la mirada hace límite a su cuerpo. Pero a la anorexia y a la bulimia no hay que considerarlas como simétricas, no son el positivo y el negativo del mismo problema. Basta ver cómo la anoréxica está del lado de la actividad y vivacidad del pensamiento. Son sujetos muy activos la mayoría de las veces, y también trabajan intelectualmente muy fuerte, mientras que la bulimia está más bien del lado del estupor, hay detenimiento del pensamiento.
Les relataré brevemente sobre una mujer anoréxica a quien vi sólo una vez porque su padre quería que hiciera un análisis. Él era un hombre sabio e idealista y la madre era totalmente paranoica y se oponía al psicoanálisis. Esta joven mujer me dijo que no estaba decidida a hacer un análisis, entonces le dije me podía volver a llamar. Resultó que algunos meses más tarde el padre me llama para comenzar él un análisis.
Mientras se desarrollaba este análisis pude comprender lo que no había visto la primera vez, que esta joven mujer también era psicótica. La situación en la cual esta chica estaba tomada era que su cuerpo era el objeto con el cual la madre intentaba chantajear al padre para que él vuelva a la casa porque se habían separado, el cuerpo de esta chica había llevado la anorexia hasta el límite del riesgo de muerte y estaba ahí esencialmente para ocupar un lugar en la mirada del padre.
El análisis del padre tuvo como efecto que haya podido pacificar un poco su fantasma, que era el de un patriarca familiar; aceptó entonces casi no ver más a su hija hasta el momento en que ella lo llame. No voy a entrar en detalles del análisis del padre, pero en el recorrido que ha hecho esta joven mujer se podría decir que en cierta manera pudo progresivamente domesticar su goce anoréxico.
He discutido recientemente con Eric Laurent a propósito de qué se puede hacer en estos casos y lo que se puede es proponerle al sujeto que vomita y que no puede impedirlo, es venir a vomitar su historia en el consultorio del psicoanalista produciendo un pasaje del lado de lo intelectual pero también del lado del deseo con la idea de que esto podría permitirle a su vez domesticar progresivamente su goce.
Quería hablarles de la violencia en los adolescentes pero me parece que es tiempo de concluir así que no lo podré hacer, hablaré de esto en Córdoba pero diré aunque sea una palabra. Creo que lo que hay que tener en claro sobre la violencia de los adolescentes no se puede tomar fácilmente de forma global. Es un problema del caso por caso, al contrario de los otros nuevos síntomas de los cuales hablé, el síntoma acá se dirige al Otro por definición mientras que en la toxicomanía, anorexia, bulimia, el síntoma es en cierto aspecto un poco autista, en el caso de la violencia no es tal.
Concluiré sobre esto. Señalaré lo que Lacan dice en el Seminario sobre la angustia: el pasaje al acto y el acting out son las últimas barreras contra la angustia. Lo que explica la posición de la violencia es que el síntoma desfallece porque si el síntoma se sostuviera, sería el síntoma el que haría barrera al goce.
Gracias por su atención.
*Conferencia dictada en la EOL- Rosario el 13-03-01. Traducción simultánea de Marcela Errecondo, transcripción de María Eugenia Chaudesaygues. Versión autorizada pero no revisada por el autor.